.Orlando Guevara Núñez
Las elecciones en Cuba, en toda la república
colonial, se caracterizaban por una lucha enconada en busca del poder. En busca
de votos, utilizaban los más burdos procederes. En unos casos compraban los
votos: en otros, conseguían ingresos en hospitales o becas, a cambio de las
cédulas electorales de parte de las familias. No pocas veces, asaltaban los
colegios y cometían fraudes.
Cada período electoral, era escenario de promesas
por parte de los políticos que, luego de ser electos, eran incumplidas. Las masas eran engañadas
una y otra vez. Sus esperanzas nacían y se desvanecían. Todo eso cambió a partir del triunfo revolucionario del 1ro.
de enero de 1959.
Pero un caso en que un político hizo una promesa
electoral que cumplió al pie de la letra. Fue a una localidad donde era grave el abastecimiento de agua
potable. Desde luego que su promesa no podía dejar fuera esa necesidad.
En medio del
mitin electoral, pidió un vaso de agua que, por su color, parecía una limonada.
Alzó el vaso, sin respirar agotó el contenido y le prometió a los
electores que ese sería el último vaso
de agua que con esa mala calidad se tomaría
allí.. Los vecinos creyeron que esa sería la solución definitiva,
Y el politiquero cumplió lo prometido. ¿Resolvió el
problema del agua y la hizo potable?
Nada de eso. Fue el último vaso de agua turbia que consumió en aquella
localidad, porque nunca más volvió a ella. Los habitantes del lugar, tendrían
que seguir consumiéndola y… seguir esperando. Un colega mío hizo público el hecho.
Cosas de un pasado que en Cuba no volverá a ser presente, y mucho menos futuro.
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