Nacido para cumplir la misión de Fidel
.Entrevista con el general de brigada ® Demetrio
Montseny Villa, con motivo del aniversario 40 de la caída de Frank País
.Orlando Guevara Núñez
Sobre los últimos momentos de vida del héroe de la lucha clandestina, Frank
País García, muchos han escrito o testimoniado, incluso el propio Montseny
Villa. Pero en este 40 aniversario del
holocausto del Callejón del Muro, me propuse que él rememorara algunos pasajes
de aquel día, cuando Santiago de Cuba se estremeció con la noticia del vil
asesinato y convirtió el dolor en fuerza de pueblo frente a la tiranía
batistiana.
El cuestionario es breve y Villa accede a contestarlo.
¿Cuál fue su primer contacto con Frank País y cómo
quedó ligado a la lucha junto a él?
Tenía referencia de Frank por Pepito Tey, ambos militábamos en el MNR
(Movimiento Nacional Revolucionario) al que Frank también perteneció, pero lo
conozco a finales de 1955, cuando va a Guantánamo y participa en una reunión
que él preside y se crea la dirección del M-26-7 de la que posteriormente se me
designa jefe de Acción y Sabotaje; estas responsabilidad me liga mucho a él,
pues este frente Frank lo dirigía personalmente.
¿Cuál misión
lo condujo el 30 de julio del 57 al encuentro con Frank?
En Guantánamo habíamos logrado organizar con los obreros y funcionarios
cubanos que trabajaban dentro de la Base Naval norteamericana el M-26-7 con
mucha efectividad para adquirir armas, parque y otras cuestiones de
importancia, sobornando con dinero a norteamericanos y oficiales de la Marina,
gestión en la que ya habíamos tenido éxito varias veces. Por entonces me llega
la información de una operación para adquirir 20 000 tiros calibre 3006 y la
posibilidad de adquirir algunos fusiles, pero las finanzas que teníamos no
alcanzaban para hacerle frente y decido ver a Frank para pedirle apoyo en
dinero. Esa es la razón de nuestro encuentro el 30 de julio de 1957.
Usted fue el
último revolucionario que compartió con Frank el rigor de la lucha clandestina
y el último que lo vio con vida. ¿Cuáles son sus recuerdos e impresiones sobre
aquellos momentos?
Después de conversar sobre el tema que me llevó a verlo, del que se mostró
muy alegre expresando ¡Yo sabía que ustedes no me iban fallar, siempre llegan
en el momento oportuno!, me pidió que no solo hiciera esfuerzos en adquirir
parque, sino también urgentemente fusiles, me mostró una carta de Alejandro
(Fidel) sobre la situación de los proyectiles en que se encontraban los fusiles
de la Sierra; en ese momento le dio instrucciones al compañero de la dirección
del Movimiento que me acompañaba sobre la situación del dinero, hablamos de
otros temas, pero el central fue su seguridad y por qué había escogido la casa de Pujol, que
conocíamos estaba super quemada; me argumentó que ya había muchos compañeros
refugiados en distintas casas de la ciudad y no había muchas opciones para
refugiarse; pasamos en la conversación
al problema de la Sierra y que había que redoblar los esfuerzos para ayudar con
todo lo que se pudiera a la Sierra.
Producto del murmullo en la calle, Armonía –cuñada de Pujol- se asoma a una
ventana y comunica que se trata de un registro en el barrio. Frank no se
inmuta, su actitud influye en nosotros, solo comenta: “Parece que el fatal soy yo, estábamos junto
con Navarrete, nos separamos y ya tengo a la policía aquí”. Sus palabras son
serenas y parecen indiferentes; aprovecho para proponerle ¿Por qué no te vas
conmigo en la máquina? No quiso y me argumenta que en otras ocasiones se ha ido
sin dificultad. En ese momento llega Raúl Pujol, ya consciente de lo que está
pasando.
Frank, con absoluta tranquilidad, llama por teléfono, según lo que escucho
habla con Vilma, oigo algo de lo que hablan pero sin comprenderlo, pues no
conozco el tema; cuelga y lo ataco de nuevo, con la participación de Raúl, para
que se vaya conmigo, pero se niega rotundamente; ordena a Pujol volver a la
ferretería, a lo que éste se niega y pronuncia una frase que nunca se me ha
olvidado:” El Movimiento me ha responsabilizado con tenerte aquí y si algo
ocurre muero contigo”. Y Pujol cumplió aquel compromiso con la
Revolución.
Frank le da instrucciones a Pujol de despedirnos en la salida como si
fueran familiares y que el próximo domingo iríamos a la finca a comernos un
lechoncito.
Vuelvo a insistir, ya estábamos tensos por su negativa y responde, ya
contagiado por la tensión también: “No, es más fácil que me vaya a pie, hagan
lo que les digo, váyanse – concluye Frank- aquí me quedo yo, cumplan la orden
que les estoy dando”. Es tan terminante que marcho hacia la puerta junto a
Pujol, al salir y ver la proximidad del operativo, insisto con Pujol para que
Frank me acompañe, a lo que me responde: “Vete tranquilo que mi vida responde
por la de él” y con dominio de sí va hasta la esquina a solicitar a un guardia
rural el permiso de salida para sus amigos. ¡Qué se vayan!, exclama el guardia
con el fusil en la mano; con el carro vamos a girar a la izquierda, pero un
policía ordena hacerlo a la derecha, en sentido contrario al tránsito.
Increíblemente logramos escapar; veinte minutos más tarde, en la casa de la
doctora que usábamos como contacto, escucho por la radio que en un tiroteo con
la policía había caído Frank.
¿Qué sintió
y pensó al conocer la muerte de Frank?
Lo que sentí fueron deseos de vengar su caída igual que muchos compañeros
en Santiago, que se movilizaron de inmediato con ese fin.
Hubiera sido una carnicería si las células del M-26-7 salen a la calle; el
régimen estaba esperando eso precisamente, pero la inteligencia pudo más que la
venganza, ya lo he dicho otras veces. Vilma llamó por teléfono y orientó no
salir a realizar acciones a la calle, enterrar a Frank vestido de verde olivo y
hacer de su entierro una poderosa manifestación de repudio al régimen.
Reflexioné y pensé que Frank no quiso irse con nosotros para que su
presencia no hiciera más sospechosa nuestra salida y que pudiera frustrarse el
cumplimiento de la tarea que me había encomendado; para Frank las tareas de
ayuda a Fidel en la Sierra eran de prioridad absoluta.
Hace unos
días escuché de usted la afirmación de que era necesario estudiar más la
personalidad de Frank como organizador y hombre de acción. ¿Cómo aprecia en él
esos rasgos?
Este tema sobre Frank es muy rico y reflejar en pocas líneas su
pensamiento, su acción y el trabajo que realizó en tan corto tiempo no es
fácil, pero puedo decirte que él fue como el nacido para cumplir la misión que
Fidel tenía que darle a alguien y lo encontró en Frank. Cuando estudiamos sus
circulares para la dirección del Movimiento y sus informes a Fidel, se puede
apreciar sin equívoco que para él la autoridad de Fidel nunca estuvo en
discusión. Después de su viaje a México, cuando se conocen, la impresión fue
recíproca porque si en Frank existió siempre un marcado respeto, una fidelidad
intachable y una admiración declarada por Fidel, Fidel depositó una confianza
absoluta en aquel joven serio, maduro y decidido a quien conoció pocas semanas
antes de la salida del Granma.
¿Cómo
mediría la dimensión del héroe, su fuerza de presencia?
Es cierto, Frank es un héroe. Fíjate que cuando hablo de él expreso su caída, porque los héroes en nuestro
proceso histórico no mueren y la fuerza de su ejemplo está en nuestra juventud vigorosa
que defiende nuestra Revolución, y también en el pueblo de Santiago, que lo
verás el 30 de este mes presente en la
manifestación de victoria más grande de todos los años en el 40 aniversario de
su presencia en el corazón de todos los cubanos.
¿Ha pensado
alguna vez en escribir su testimonio sobre la lucha clandestina y
particularmente sobre Frank?
Ahora, después de muchos años, estoy haciendo apuntes de las vivencias que
he tenido en el proceso revolucionario, nunca es tarde, Raúl nos ha fustigado
seriamente al señalar que fuimos capaces de hacer la historia y no hemos sido
capaces de escribirla. Tenemos ese compromiso que cumplir.
(Demetrio
Montseny Villa, ya fallecido, fue
el último revolucionario que se encontró con Frank en tareas de trabajo.)
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