. Orlando Guevara Núñez
El 6 de marzo de
1958, después de seis largas y agotadoras jornadas de marcha, llegó al paraje
serrano de Puerto Arturo, la Columna 3 Santiago de Cuba, bajo el mando del
recién ascendido a Comandante del Ejército Rebelde, Juan Almeida Bosque. Con
esa proeza quedaba constituido el Tercer Frente Oriental “Dr. Mario Muñoz
Monroy”.
La pequeña columna, integrada por 55 hombres y dos
mujeres surgió para cumplir una decisiva
misión de Fidel: Lograr que el pueblo conociera la presencia del Ejército
Rebelde en las proximidades de la capital oriental, cercar a Santiago de Cuba y otras ciudades aledañas, y
no permitir la salida de armas y refuerzos de la tiranía en apoyo a los lugares
atacados por otras columnas rebeldes. Para ese objetivo, era imprescindible el
dominio sobre la Carretera Central.
Obreros y campesinos integraron aquel grupo guerrillero,
junto a los ya destacados combatientes,
capitanes Guillermo García Frías, segundo de Almeida, y Calixto García Martínez, jefe del pelotón de
Vanguardia, asaltante del Carlos Manuel
de Céspedes y expedicionario del
Granma, y Andrés García Díaz,
también participante en la acción del cuartel de Bayamo el 26 de julio de 1953.
La tropa de Almeida había
partido desde Pata de la Mesa, en
la propia Sierra Maestra, el primer día de marzo, junto a los integrantes de la
Columna 6 Frank País, bajo la jefatura del también Comandante Raúl Castro, con
la misión de abrir el Segundo Frente Oriental, en la Sierra Cristal, objetivo
que cumplió el 11 de marzo, al llegar a la zona de Piloto del Medio. Así se
cumplía el propósito de Fidel, expresado
a Raúl desde diciembre de 1957, completado con la posterior creación de las
columnas invasoras de Camilo y el Che.
El Tercer Frente Oriental nació en el fragor del combate.
Su primera acción militar, ataque a la Refinería Texaco, tuvo como propósito
distraer a las fuerzas enemigas y cubrir el cruce de la Carretera Central por
la también pequeña tropa de Raúl.
En la noche del 10 y la madrugada del 11 de abril de
1958, los combatientes de Almeida protagonizaron una importante y victoriosa
acción: el ataque y toma del poblado de El Cobre, convertido en la primera
cabecera de municipio dominada por los guerrilleros. El objetivo, plenamente
cumplido, fue obtener explosivos y detonadores eléctricos, requeridos por
Fidel. También el apoyo a los combatientes clandestinos que se habían lanzado a
la lucha en la ciudad con motivo de la Huelga de Abril.
En esa acción, se rechazó un refuerzo salido desde
Santiago de Cuba, al cual se le causaron varias bajas y se hizo explotar el
polvorín del ejército batistiano allí radicado. La tiranía no pudo ocultar el hecho. A la victoria militar se unió otra en
el ámbito político, pues a partir de entonces la población conoció la presencia
más cercana del Ejército Rebelde, creció el apoyo a los guerrilleros y las
relaciones de ellos con los luchadores clandestinos, con un auge en los
suministros hacia los insurgentes.
Las acciones se multiplicaron con celeridad y se extendieron por los alrededor de 6 000 kilómetros cuadrados comprendidos en la
zona de operaciones asignada, desde las
cercanías de Bayamo hasta las de Santiago de Cuba, incluyendo zonas montañosas
y las localidades de Baire, Jiguaní, Contramaestre, Guisa, Santa Rita, Maffo,
Palma Soriano, Aguacate, Ramón de Guaninao, Central América, Dos Palmas, El
Cobre, Melgarejo, El Cristo, El Caney, el sur de San Luis, Loma del Gato y
Chivirico.
En mayo de 1958, al tener lugar la ofensiva de la tiranía
contra la Sierra Maestra, con el objetivo de cercar y eliminar a la Columna
Uno, bajo el mando directo del Comandante en Jefe Fidel Castro, Almeida y parte
importante de su tropa regresan al
Primer Frente, para enfrentar y derrotar a una poderosa fuerza enemiga
integrada por unos 10 000 efectivos, apoyados por la aviación, artillería,
tanques y la Marina de Guerra.
En ese escenario, el Tercer Frente escribió nuevas
páginas de lucha y de victoria. Aún así, las acciones en su territorio no se detuvieron.
Vencida la ofensiva, Almeida regresa a su zona de
operaciones a mediados de agosto de 1958
y establece su Comandancia Central en La Lata. Se incrementan las acciones y crecen las fuerzas del Frente, que a fines de ese mes, contaba con las Columnas 9 “Antonio Guiteras” y la 10
“René Ramos Latour”, dirigidas por los
comandantes Hubert Matos (traidor
después del triunfo) y René de los Santos Ponce; el 18 de agosto fue creada
otra columna al mando del ya comandante desde el mes de julio, Guillermo García
Frías, asentada en Limoncito. También fueron creadas capitanías dirigidas por los capitanes, (ascendidos a Comandantes en
diciembre de 1958) Universo Sánchez y Calixto García, con sedes en Filantropía
y Matías, respectivamente.
La organización del Frente trascendió la parte militar, pues fueron
creados y funcionaron los Departamentos de Justicia, de Café, Cacao y Ganadería; de Suministros, de
Construcciones Civiles, de
Comunicaciones, de Sanidad Militar y de Educación. Así, los pobladores de la
zona serrana comenzaron a recibir los beneficios de la Revolución antes de
alcanzarse el triunfo. Entre éstos estuvieron el funcionamiento de 52 escuelas
y seis hospitales de campaña, además de la protección frente a dueños y
comerciantes explotadores.
Al finalizar la guerra, el Tercer Frente había cumplido
con eficiencia la misión que le dio vida. Durante la Operación Santiago, su papel
fue trascendente. El enemigo había sido derrotado. Santiago de Cuba estaba bajo
un cerco irrompible. Así lo definiría el propio Almeida:
“El Tercer Frente, nacido de la concepción revolucionaria y el espíritu de ofensiva de
Fidel, cumplió con honor la misión que le designó el Comandante en Jefe, y fue
uno de los puntales de la victoria definitiva del pueblo cubano”.
Y así lo reafirmaría el General de Ejército Raúl Castro:
“Almeida cumplió con su proverbial lealtad, eficacia y
espíritu de sacrificio, la misión de crear el Tercer Frente y posteriormente cerrar el
cerco a Santiago de Cuba”.
A 59 años de esta fuerza guerrillera, como homenaje perenne a quienes la fundaron, desarrollaron y
condujeron a la victoria, vale el recuerdo agradecido a quienes ofrendaron su
vida y a quienes estuvieron dispuestos a
darla. El sacrificio de ellos, es el cimiento de la Revolución triunfante.
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