.Orlando Guevara Núñez
La historia
cubana aún antes del triunfo de la
Revolución , es un ejemplo irrebatible de maridaje entre la Organización de
Estados Americanos (OEA), los gobiernos de los Estados Unidos –tanto
republicanos como demócratas- y la tenebrosa Agencia Central de Inteligencia(CIA)
de esa potencia imperialista, siempre
contra las aspiraciones de libertad e independencia
de nuestro pueblo.
Cuando el
gobierno yanqui llegó a la conclusión de que el tirano Fulgencio Batista estaba
ya derrotado por el Ejército Rebelde comandado por Fidel Castro, comenzó sus
maniobras para impedir el triunfo Revolucionario. Pero la visión del jefe
cubano fue certera y se adelantó a los acontecimientos.
Un enviado
especial del Departamento de Estado, autorizado por el presidente Eisenhower,
el 9 de diciembre de 1958, se reunió con el tirano cubano y lo “aconsejó” que
renunciara, para dar paso a una Junta Cívico Militar para evitar el triunfo de
la Revolución.
Ese mismo día, Fidel, en
respuesta a una publicación de la revista norteamericana Times en la cual se expresaba la
posibilidad de que los Estados Unidos intervinieran en los asuntos cubanos, a
través de la OEA dejaría bien clara su posición:
“A buena
hora se aparece esa gente con esas intenciones de intervención o de llamar a la
Organización de Estados Americanos (OEA). Cuando aquí la dictadura estaba
tronchando cabezas por decenas y por centenares, no se preocuparon
absolutamente nada por eso. No tienen derecho a venir a preocuparse ahora…De
ninguna manera aceptaremos ningún tipo de intervención en este conflicto (…) No
aceptaremos nada que no sea la rendición incondicional de Batista y Columbia.
Todo el que permanezca al lado de la dictadura, tendrá que rendirse. Ese es un
problema que no hay ni que preocuparse. El
que venga a intervenir tendrá que entrar peleando (…)
El 17 de ese
mismo mes, el embajador de Estados Unidos en Cuba, Earl Smith, le comunicaba al
dictador que su gobierno le retiraba el apoyo
y sugería la conveniencia de su renuncia e inmediata
salida del país. En realidad habían previsto que la victoria revolucionaria era
un hecho inminente y se esforzaban para evitarlo.
Fidel, al
mismo tiempo, desbarataba las maniobras externas e internas.
Pero allí
estaba la OEA, dispuesta a cumplir las órdenes del imperio, aunque tuviera que
pisotear los derechos del pueblo cubano y escamotearle la victoria, la libertad
y la independencia, a punto de ganarse al costo de más de 20 000 vidas perdidas.
Pese a las
maniobras enemigas, los cubanos alcanzamos la victoria y comenzaron las
transformaciones revolucionarias. Y de inmediato la pandilla gobierno yanqui-OEA-CIA más
los criminales de guerra, explotadores, ladrones y asesinos expulsados del
poder en Cuba, hicieron causa común para un único propósito: destruir la Revolución.
Así, cuando
Cuba fue verdaderamente libre tuvo que enfrentar todo tipo de agresiones. El
gobierno de los Estados Unidos rompió las relaciones diplomáticas, decretó el
bloqueo económico, comercial y financiero que aún existe y no ha dejado nunca de recrudecerse;
organizó, armó, financió y dirigió casi 300 bandas contrarrevolucionarias
armadas, junto a los planes de sabotaje,
la invasión mercenaria de Playa Girón y mendaces campañas contra el pueblo
cubano, su gobierno y sus dirigentes, adicionando a esto 638 intentos de asesinato
del Comandante en Jefe Fidel Castro.
En esas
circunstancias, la OEA desempeñó su papel de marioneta norteamericana. Primero
condenó a Cuba y después la expulsó, por considerarla no compatible con el
sistema interamericano, o lo que es lo mismo: por no plegarse a los dictámenes
yanquis. Con la honrosa excepción de México, los países del área se sumaron a
la confabulación y rompieron relaciones con nuestro país, tratando de ahogarlo,
de matarlo por hambre y enfermedades o rendirlo por temor.
Pero los
cubanos resistimos y vencimos. La consigna de todo un pueblo fue: ¡Con OEA o
sin OEA ganaremos la pelea! Y la ganamos no solo sin la OEA, sino frente a la
OEA.
Hoy la
historia de esa desmoralizada organización, conocida en Cuba como Ministerio de
Colonias Yanquis, instrumento de opresión contra los pueblos latinoamericanos,
se repite frente al hermano pueblo de Venezuela, donde encontrará una nueva derrota.
Los cubanos, conocedores de las entrañas de ese engendro político que en nombre de la
democracia y de los derechos humanos
lucha contra esos principios, nos
solidarizamos con Venezuela y sabemos que pese al peón Almagro y sus secuaces y
jefes, nos abrazaremos en una nueva victoria. Con la OEA, sin la OEA y frente a la OEA.