.Orlando Guevara Núñez
Los cambios que para el proceso revolucionario cubano
quieren y han querido siempre los enemigos de nuestro pueblo, tienen un
verdadero nombre, a veces oculto, otras veces explícito: capitalismo. Ejemplos
sobran para avalar esta afirmación, no solo en la teoría, sino, sobre todo, en
la práctica.
Cuando se produjo la invasión mercenaria de Playa Girón,
entre quienes vinieron a “salvarnos” figuraron
194 ex militares y esbirros de la tiranía batistiana, muchos de ellos
criminales escapados de aquí, protegidos y apoyados por el gobierno de los
Estados Unidos, el que organizó, armó, entrenó y financió con más de 40
millones de dólares la agresión que costó a Cuba 157 muertos y centenares de heridos.
Vinieron l00 latifundistas, 112 grandes comerciantes y 35 magnates
industriales, con el propósito no de liberar a los cubanos, sino de
arrebatarles las propiedades que les había devuelto la Revolución. Venían a
quitarles la tierra a los campesinos, a explotar a los obreros, a sumir de nuevo a los cubanos en la
miseria y la explotación.
Entre los “libertadores” formaron parte de la invasión
mercenaria 67 casatenientes, 24 grandes propietarios, 179 personas acomodadas
económicamente. Y un elemento que no podía faltar, los lumpens, 112, que no
trabajaban, y pretendían volver a vivir en Cuba a costa del sudor del pueblo.
Documentos desclasificados en Estados Unidos, afirman que,
de haberse logrado el propósito de la invasión, integrantes de la llamada
Operación 40, “Se apoderarían de los archivos de la Seguridad y la Policía
cubanas, ocuparían las sedes de los principales organismos de la administración
central del Estado, en especial los institutos armados y los centros claves de
la economía y detendrían a los dirigentes más destacados como paso previo a la
depuración masiva de la población. Para ello se valdrían de planillas de color
rojo, verde o blanco que se rellenarían con las generales de dirigentes
políticos, sindicales, estudiantiles, campesinos, intelectuales y militares. De
adjudicársele una planilla roja, el sujeto sería eliminado de inmediato;
recluido en prisiones, si la planilla era verde, y quedaría pendiente de
investigación, si la planilla era blanca”.
El baño de sangre habría sido monstruoso. Pero esos sueños
“redentores” quedaron frustrados en unas 66 horas, cuando los “héroes” fueron
aplastados por el pueblo uniformado de Cuba. Todavía siguen rumiando aquella bochornosa derrota.
Los despojos de la llamada Brigada 2506 se revuelcan en su propio fango en los Estados
Unidos, donde el electo presidente de ese país, Donald Trump, les ha prometido acompañarlos hasta
lograr “la liberación de Cuba”.
En el Plan Bush, con objetivos públicos para destruir a la
Revolución cubana, se consignan esas
aspiraciones. Téngase en cuenta que en los 11 gobiernos norteamericanos que han
desfilado desde el triunfo de enero de 1959, esas administraciones y la mafia
contrarrevolucionaria, en perfecto maridaje, se han trazado las mismas metas,
con las mismas aspiraciones y comunidad de intereses. La única diferencia del
ahora saliente, Barack Obama, es que trató de hacerlo con otros métodos, al
reconocer el fracaso de los hasta ahora aplicados.
Para ellos sigue siendo una obsesión un llamado “gobierno de
transición” en Cuba. O lo que es lo mismo: una etapa para el paso del
socialismo al capitalismo. En ese período, se concretaría la devolución de las
propiedades a los antiguos explotadores; más claro: devolución de las tierras a
los latifundistas, de las viviendas a los casatenientes; de las fábricas a los
monopolios.
Para el pueblo cubano renacerían los desalojos de los campesinos, los desahucios para quienes no
pudieran pagar los altos alquileres que resurgirían.
Ese “plan para liberar al pueblo cubano”, incluía o incluye
la privatización de todas las ramas de la economía, bajo la dirección de un
Comité del gobierno de los Estados Unidos. Quedarían abolidos los subsidios y
los controles de precios a los bienes y servicios recibidos por la población.
Serían suprimidos,
por constituir una carga insostenible para el nuevo gobierno, los beneficios de
la seguridad y asistencia social, sin respetar siquiera el pago de jubilaciones
y pensiones.
Una decisión bastante
pregonada en todos los planes enemigos del socialismo en Cuba, ha sido y sigue
siendo la privatización de los servicios
de salud y de educación,
Reconociendo que esas medidas serían rechazadas con fuerza
por el pueblo cubano, se plasmó en los planes enemigos la creación de fuerzas
represivas organizadas, entrenadas, equipadas y asesoradas por el gobierno de
los Estados Unidos.
Según nuestros enemigos, todo lo previeron para desmantelar
el socialismo en Cuba. A lo que es bueno agregar que todo, menos la capacidad
de los cubanos para defender y seguir desarrollando el sistema político,
económico y social libremente por nosotros escogido.
Cuba sigue haciendo cambios importantes en su economía y su sociedad
y los continuará haciendo, pero siempre para fortalecer el socialismo y
garantizar que para los cubanos, el capitalismo sea un pasado sin presente ni
futuro. Sabemos que esa determinación tenemos y tendremos que pagarla a un alto
precio impuesto por la potencia más fuerte y agresora del mundo, pero nada
podrá impedir que lo hagamos para seguir siendo lo que somos y no regresar
jamás a lo que fuimos.
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