sábado, 19 de noviembre de 2016

Hacia el aniversario 60 del 30 de noviembre y del 2 de diciembre En el 56, libres o mártires



Hacia el aniversario 60 del 30 de noviembre y del 2 de diciembre En el 56, libres o mártires

. Orlando Guevara Núñez

Cuando el 7 de julio de 1955 Fidel Castro partió hacia el exilio en México, lo hizo no con el abatimiento de los vencidos, sino con confianza de los vencedores. Pero esa victoria, para muchos, puede afirmarse que para la mayoría de los cubanos, formaba parte de los deseos, pero no de una esperanza cercana. Fidel, sin embargo, vislumbraba con claridad ese futuro.

Allí comenzó a reclutar y entrenar hombres para la nueva epopeya, a la cual se sumaron varios jóvenes que lo habían acompañado en el asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de Julio de 1953, junto a otros que se habían sumado a la lucha revolucionaria.

Como parte de esos preparativos, durante su estancia en el  país azteca,  Fidel visitó los Estados Unidos, con el fin de difundir las ideas de la lucha contra la tiranía batistiana y recaudar fondos para sufragar los gastos del nuevo proyecto emprendido. En esa ocasión, quedaron integrados varios clubes patrióticos en ciudades importantes.

El 30 de octubre de 1955, Fidel y Juan Manuel Márquez, quien vendría luego como segundo jefe de la expedición del Granma y fue el último de los expedicionarios asesinados,  presidirían un acto con el Club Patriótico de Nueva York, en el Hotel Palm Garden, de esa ciudad. Allí, ante unos 800 participantes, Fidel pronunció unas palabras que se convertirían en bandera de lucha de los revolucionarios, como expresión de decisión y disposición de ofrendar su vida por la libertad de la Patria.

"Puedo informarles, con toda responsabilidad que en el año 1956 seremos libres o seremos mártires. Esta lucha comenzó para nosotros el 10 de marzo, dura ya casi cuatro años y terminará con el último día de la dictadura o el último día nuestro".
Muchos, acostumbrados a los rejuegos políticos, al falso patriotismo de politiqueros que convivían con la tiranía o engañaban al pueblo con falsas promesas que renacían en cada campaña electoral para morir inmediatamente después de las elecciones, se mostraron incrédulos.

Hasta muchos personeros del gobierno no creían que Fidel Castro y sus compañeros cumplirían esa palabra empeñada.

Los futuros expedicionarios, sin embargo, aún en las condiciones más difíciles, no vacilaron nunca, ni claudicaron en el empeño. Muchos de ellos, incluyendo a Fidel y al Che, sufrieron persecución y presidio allí en México, pero los preparativos continuaron.
Hubo compañeros que no pudieron venir en el Granma por estar todavía presos. Tal fue el caso de Pedro Miret y Enio Leiva, quienes a una semana de la salida del yate hacia Cuba, dejaron el siguiente testimonio escrito en una losa de la prisión que los guardaba:

Pedro Miret
Enio Leiva
Noviembre 17 de 1956
Incomunicados por defender la libertad de su país: "Cuba".

A continuación relacionaban las armas y parque que les habían ocupado, incluidos 50 000 cartuchos 30.06, fusiles, ametralladoras ligeras y pistolas ametralladoras.
Pero allí, encerrados, indefensos, la estatura revolucionaria de los dos combatientes creció. Y su voluntad de lucha y confianza en la victoria final quedó también plasmada para la historia en aquella nota, recuperada intacta y expuesta hoy en el Museo de la Revolución, de La Habana.

En otra ocasión, afirmaría Fidel desde México, refiriéndose a la expedición: “Si salgo, llego; si llego, entro; si entro, triunfo”. Y así fue: salió, llegó, entró y triunfó.

Un grupo de 82 hombres, en una embarcación con capacidad real para no más de 25, protagonizarían la epopeya. El 25 de noviembre de 1956, partiría desde Tuxpan, México, la expedición cuyo plan era llegar a Cuba cinco días después, el 30 de noviembre, pero tuvo dos días de atraso por el mal tiempo y las condiciones del yate. Sobre la llegada, diría el Che que fue, más que un desembarco, un naufragio. Entre agua cenagosa y tupido mangle, tuvieron que alcanzar tierra firme los hombres al mando de Fidel.

Como el 11 de abril de 1895 llegaron José Martí y Máximo Gómez por Playita de Cajobabo, en las proximidades de Guantánamo, para encabezar la guerra necesaria contra el colonialismo español, llegaba ahora Fidel a Los Cayuelos, lugar cercano a Playa Las Coloradas,  Niquero, para comandar la lucha por el mismo objetivo: la verdadera independencia y la libertad definitiva de la patria.

Así, otro domingo entraba en la historia revolucionaria cubana, el 2 de diciembre de 1956, cuando el yate Granma llegó a la tierra cubana para continuar la lucha armada comenzada el domingo 26 de julio de 1953, en los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.
La promesa había sido cumplida. Comenzaría así el combate hasta la victoria final.

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