Hacia el
aniversario 60 del 30 de noviembre y del 2 de diciembre En el 56, libres o
mártires
. Orlando
Guevara Núñez
Cuando el 7
de julio de 1955 Fidel Castro partió hacia el exilio en México, lo hizo no con
el abatimiento de los vencidos, sino con confianza de los vencedores. Pero esa
victoria, para muchos, puede afirmarse que para la mayoría de los cubanos,
formaba parte de los deseos, pero no de una esperanza cercana. Fidel, sin
embargo, vislumbraba con claridad ese futuro.
Allí comenzó
a reclutar y entrenar hombres para la nueva epopeya, a la cual se sumaron
varios jóvenes que lo habían acompañado en el asalto a los cuarteles Moncada,
en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de Julio de
1953, junto a otros que se habían sumado a la lucha revolucionaria.
Como parte
de esos preparativos, durante su estancia en el
país azteca, Fidel visitó los
Estados Unidos, con el fin de difundir las ideas de la lucha contra la tiranía
batistiana y recaudar fondos para sufragar los gastos del nuevo proyecto
emprendido. En esa ocasión, quedaron integrados varios clubes patrióticos en
ciudades importantes.
El 30 de
octubre de 1955, Fidel y Juan Manuel Márquez, quien vendría luego como segundo
jefe de la expedición del Granma y fue el último de los expedicionarios
asesinados, presidirían un acto con el
Club Patriótico de Nueva York, en el Hotel Palm Garden, de esa ciudad. Allí,
ante unos 800 participantes, Fidel pronunció unas palabras que se convertirían
en bandera de lucha de los revolucionarios, como expresión de decisión y
disposición de ofrendar su vida por la libertad de la Patria.
"Puedo
informarles, con toda responsabilidad que en el año 1956 seremos libres o
seremos mártires. Esta lucha comenzó para nosotros el 10 de marzo, dura ya casi
cuatro años y terminará con el último día de la dictadura o el último día
nuestro".
Muchos,
acostumbrados a los rejuegos políticos, al falso patriotismo de politiqueros que
convivían con la tiranía o engañaban al pueblo con falsas promesas que renacían
en cada campaña electoral para morir inmediatamente después de las elecciones,
se mostraron incrédulos.
Hasta muchos
personeros del gobierno no creían que Fidel Castro y sus compañeros cumplirían
esa palabra empeñada.
Los futuros
expedicionarios, sin embargo, aún en las condiciones más difíciles, no
vacilaron nunca, ni claudicaron en el empeño. Muchos de ellos, incluyendo a
Fidel y al Che, sufrieron persecución y presidio allí en México, pero los
preparativos continuaron.
Hubo
compañeros que no pudieron venir en el Granma por estar todavía presos. Tal fue
el caso de Pedro Miret y Enio Leiva, quienes a una semana de la salida del yate
hacia Cuba, dejaron el siguiente testimonio escrito en una losa de la prisión
que los guardaba:
Pedro Miret
Enio Leiva
Noviembre 17
de 1956
Incomunicados
por defender la libertad de su país: "Cuba".
A
continuación relacionaban las armas y parque que les habían ocupado, incluidos
50 000 cartuchos 30.06, fusiles, ametralladoras ligeras y pistolas
ametralladoras.
Pero allí,
encerrados, indefensos, la estatura revolucionaria de los dos combatientes
creció. Y su voluntad de lucha y confianza en la victoria final quedó también
plasmada para la historia en aquella nota, recuperada intacta y expuesta hoy en
el Museo de la Revolución, de La Habana.
En otra
ocasión, afirmaría Fidel desde México, refiriéndose a la expedición: “Si salgo,
llego; si llego, entro; si entro, triunfo”. Y así fue: salió, llegó, entró y
triunfó.
Un grupo de
82 hombres, en una embarcación con capacidad real para no más de 25,
protagonizarían la epopeya. El 25 de noviembre de 1956, partiría desde Tuxpan,
México, la expedición cuyo plan era llegar a Cuba cinco días después, el 30 de
noviembre, pero tuvo dos días de atraso por el mal tiempo y las condiciones del
yate. Sobre la llegada, diría el Che que fue, más que un desembarco, un naufragio.
Entre agua cenagosa y tupido mangle, tuvieron que alcanzar tierra firme los
hombres al mando de Fidel.
Como el 11
de abril de 1895 llegaron José Martí y Máximo Gómez por Playita de Cajobabo, en
las proximidades de Guantánamo, para encabezar la guerra necesaria contra el
colonialismo español, llegaba ahora Fidel a Los Cayuelos, lugar cercano a Playa
Las Coloradas, Niquero, para comandar la
lucha por el mismo objetivo: la verdadera independencia y la libertad
definitiva de la patria.
Así, otro
domingo entraba en la historia revolucionaria cubana, el 2 de diciembre de
1956, cuando el yate Granma llegó a la tierra cubana para continuar la lucha
armada comenzada el domingo 26 de julio de 1953, en los cuarteles Moncada, en
Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.
La promesa
había sido cumplida. Comenzaría así el combate hasta la victoria final.
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