.Orlando Guevara Núñez
Pablo de la Torriente Brau. Narrador y
periodista cubano. ( 1901 – 1936 ) Revolucionario e internacionalista. Cayó en
Majadahonda, España, el 19 de diciembre de 1936, cuando combatía en defensa de
la República Española.
Entre los muchos cubanos que
han escrito sobre la ciudad de Santiago de Cuba, está Pablo de la Torriente
Brau. Hemos seleccionado algunos párrafos de una crónica suya, publicada en la
Revista Santiago, de la Universidad de Oriente, ediciones diciembre de 1973 y
marzo de 1974, recogida en el libro Santiago
de Cuba siglo XX, cronistas y viajeros miran la ciudad, a cargo de los
compiladores Rafael Duharte Jiménez y Elizabet Recio Lobaina, página 79.
“No recuerdo a quién le oí
decir que un famoso viajero francés había escrito que en América había muy
pocas ciudades interesantes y “distintas” y que una de estas pocas es Santiago
de Cuba. Y, en efecto, aun para el que como yo tiene infinitos recuerdos de infancia, Santiago ofrece un
aspecto singular. No se parece a ninguna otra ciudad, vista ni imaginada; tiene
una tipicidad grata y simpática: suena
distinta la voz de la ciudad, que está pintada con todos los colores del mundo,
y al lado de una casa color añil hay una
color naranja” (…)
“Alguna vez un estruendo
singular se eleva en los aires; la ciudad se estremece, tiembla… suenas las
casas unas contra otras; el pueblo sale a la calle; los niños gritan y lloran;
los hombres corren; las mujeres se arrodillan y le rezan a la Virgen de la
Caridad (… ) Santiago de Cuba es una ciudad para pintores gustosos de reproducir calles de escaleras;
casas sobre pilares; islitas con
bungalows; ensenadas silenciosas como lagos; puestas de sol inverosímiles; tipos
pintorescos; patios con grandes árboles frutecidos; viejos
tejados, balcones y
ventanas de grandes balaustres blancos;
callejones retorcidos; aleros desprendidos casi…”
“Pero este espectáculo es
para el extranjero interesado sólo en lo exterior; porque si el viajero es de
Cuba y algo conoce de nuestra historia, aunque sea poco, Santiago de Cuba toma
entonces prestigios aun mayores”.
“Si ninguna ciudad en Cuba
posee la rica belleza que Santiago, ninguna tampoco puede aventajarla en
interés histórico”. (…)
Luego de hacer una detallada
descripción de los principales hechos históricos de Santiago de Cuba y de sus
próceres, Pablo de la Torriente incursiona en la tragedia social de aquella época.
¡Parece- escribe- que toda la miseria de Cuba
se ha refugiado en Santiago, bella, sucia y pobre como una gitana de feria!...
Aborda tres graves problemas
que aquejan a la ciudad: las obras públicas, el sanitario y el de los centros
escolares. Y afirma que: “Por los tres hay un movimiento popular que tiene,
también resonancia en las capas superiores del comercio y la industria; de
manera que puede decirse que en Santiago, con excepción de los militares y
algunos funcionarios llamados civiles, dispuestos a “mantener el orden por
encima de todas las cosas”, todo el mundo está de acuerdo en que hay que apoyar
un movimiento general de rebeldía y demandas, que se le apura hasta las últimas
consecuencias, pero que conduzca a soluciones prácticas y no a nuevas promesas
demagógicas que nunca se han cumplido”. (…)
“Santiago de Cuba está
cansada, ha llegado a ese punto en que siente repugnancia cuando lo oradores
políticos hacen su elogio. Está cansada de aguantar y se prepara a exigir, a
luchar. Quiere que se le atienda y lo va a conseguir de la única manera que hoy
se consiguen las cosas: planteando el problema de fuerza”.
“Ella tiene ya en sus manos
la solución y la va a enarbolar. Como el pueblo, el comercio y la industria
están de acuerdo, en Santiago se prepara un formidable movimiento de carácter
cívico, para obtener acueducto, alcantarillado, calles, carreteras, hospitales
y centros de enseñanza (…)
“Y si se deja tomar cuerpo a
este movimiento veremos gloriosos episodios. Y nadie sabe cuantas cosas
inolvidables veremos si Santiago de Cuba, ahora como antes, lanza su reto de
rebelión, y los incontables pueblos abandonados de la isla imitan su ejemplo y
se niegan a pagar a quien no hace más que devolver cínicas promesas a cambio
del oro del sudor del pueblo”.
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