.Orlando
Guevara Núñez
Nunca he visitado Estados Unidos. Ni tengo
proyecciones de hacerlo; pero confieso que hoy habría querido estar allá. Y
más: ver a una persona muy conocida por
los cubanos. Esa persona es Ileana Ross, o lo que es lo mismo: la Loba Feroz.
¿Mis
motivos para ese encuentro? Haber tenido
el gusto de darle una noticia que estoy seguro ella no acogería con agrado. Le
habría contado que Elián González, el niño que ella se confabuló para mantener
secuestrado en Estados Unidos y arracarlo para siempre de su familia y del
pueblo cubano, acaba de graduarse de Ingeniero Industrial.
Sé
que los allidos de la Loba se volverían más feroces. Y alcanzarían mayor
dimensión si supiese que Elián es hoy un joven comunista. Y que juró ante el pueblo
que una vez se levantó para liberarlo de
sus garras, las del imperio y de la mafia contrarrevolucionaria, su fidelidad a
la Patria, a la Revolución, al Socialismo, a Fidel y a Raúl.
Los
cubanos hemos recibido con orgullo esa noticia. Porque Elián nos sigue
perteneciendo a todos. Sé también que muchas personas en el mundo habrán
recibido con júbilo ese triunfo.
Siento
haber perdido la oportunidad de darle la primicia de esa graduación a Ileana.
De ver su reacción y, sobre todo, su frustración. Durante este curso escolar
recién concluido, miles de jóvenes cubanos terminaron sus estudios
universitarios. Felicidad en miles de hogares. Nuevos profesionales para seguir
engrandeciendo la obra de la Revolución cubana y hacer más amplia la
cooperación con otros pueblos del mundo.
Pero
la imagen de Elián, leyendo una carta, en nombre de sus compañeros, a Fidel, es
todo un símbolo. Su expresión de ¡Comandante en Jefe, Ordene! es también un
símbolo de nuestro pueblo, asumida, en todos los tiempos, por nuestra juventud.
Pero
reitero, habría querido verle la cara a la Loba Feroz ante esta noticia sobre
Elián. Otra derrota suya, ante las multiplicadas victorias de la Revolución
cubana.
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