domingo, 10 de julio de 2016
Nuestro Fidel de siempre: Ideas y principios imperecederos Fragmentos del discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro en la concentración popular, frente al Palacio Presidencial, el 21 de enero de 1959.
.Orlando Guevara Núñez.-
Los que creyeron que nosotros éramos unos simples guerrilleros, los que creyeron que no sabíamos más que tirar tiros, los que creyeron que después de nuestras victorias militares nos iban a aplastar en el campo de la información, nos iban a aplastar en el campo de la opinión pública, se han encontrado con que la Revolución Cubana sabe también pelear y ganar batallas en ese campo (APLAUSOS).
Los que creyeron que a través del monopolio de los cables internacionales, los que creyeron que sembrando mentiras y calumnias por doquier iban a debilitar nuestra Revolución, iban a desacreditar a nuestro pueblo, para después lanzarse sobre él cuando lo encontrasen débil, se equivocaron, porque la Revolución está hoy más firme y está hoy más fuerte. ¡En vez de debilitarla la han fortalecido! Y es que la Revolución no se acobarda frente al ataque, la Revolución no se debilita frente al ataque, sino que se crece, que se hace más fuerte, porque esta es la Revolución de un pueblo valiente y peleador (APLAUSOS). Con otro pueblo que no fuese este, con otro pueblo que no tuviese las virtudes del cubano, no valdría la pena siquiera haber comenzado esta lucha. Pero cuando se cuenta con un pueblo como este, no solo se comienza, sino que se prosigue y se continúa hasta la victoria total (APLAUSOS).
Mientras en ese Palacio se albergaba una dictadura y vendía los intereses de la patria, mientras en ese Palacio se albergaba un dictador que hacía las más onerosas concesiones al extranjero, mientras en ese Palacio se albergaba un dictador que traicionaba al pueblo, nadie lo atacaba, no se hacían esas campañas de prensa contra él en el extranjero, no se levantaban las voces de los congresistas para acusarlo. Cuando había ahí un miserable traidor, un criminal que asesinó a 20 000 de nuestros compatriotas, no se hacían esas campañas contra Cuba y contra él. Cuando había ahí un ladrón que se robó 300 millones de pesos, cuando gobernaba a la república una cuadrilla de ladrones que se robaron más de 1 000 millones de pesos, no se hacían esas campañas contra ellos en el extranjero. Cuando se asesinaba aquí a docenas de compatriotas todas las noches, cuando los jóvenes aparecían asesinados con un tiro en la sien, cuando los patios de los cuarteles se llenaban de cadáveres, cuando nuestras mujeres eran violadas, cuando los niños eran asesinados, cuando en las embajadas penetraban las hordas policíacas para asesinar a 10 asilados en unos minutos, no se hacían esas campañas contra Cuba, ni se levantaban allí los congresistas, salvo raras excepciones, a acusar a la dictadura.
Campañas contra el pueblo de Cuba, sí, porque quiere ser libre; campañas contra el pueblo de Cuba, sí, porque no solo quiere ser libre políticamente, sino económicamente libre también; campañas contra el pueblo de Cuba, porque se ha convertido en un ejemplo peligroso en toda la América; campañas contra el pueblo de Cuba porque saben que vamos a pedir la anulación de las concesiones onerosas que se han hecho a los monopolios extranjeros (APLAUSOS), porque saben que aquí las tarifas eléctricas se van a rebajar (APLAUSOS), porque saben que todas las concesiones onerosas que hizo la dictadura van a ser revisadas y anuladas (APLAUSOS). Y ahí está, compatriotas, la causa principal de esta campaña.
Yo no tengo que rendirle cuentas a ningún congresista de Estados Unidos (APLAUSOS), yo no tengo que rendirle cuentas a ningún gobierno extranjero. ¡Yo le rindo cuentas a los pueblos; yo le rindo cuentas, en primer lugar, a mi pueblo, al pueblo cubano (APLAUSOS) y, en segundo lugar, a todos los demás pueblos de América!; ¡le rindo cuentas al pueblo de México, al pueblo de Estados Unidos, al pueblo de Costa Rica, al pueblo de Venezuela y a todos los pueblos del mundo! (APLAUSOS.)
Pues ya lo saben mis enemigos: ¡Me pueden agredir cuando quieran, que no hay problemas! Y, además, si agredieran también a Raúl, ¡detrás de él vendrá otro, y detrás otro, y detrás otro y detrás otro! (APLAUSOS), que al pueblo de Cuba en esta lucha no le faltará ni líder ni pueblo, porque todo estará prevenido. Los que supimos ganar la guerra contra todos los recursos, sabremos también ganar la Revolución contra todos los enemigos que se pongan delante. Así que el pueblo de Cuba puede mirar confiado hacia el porvenir, que nosotros —no voy a hablar de traición, que eso no cabe aquí— seremos cada día más leales y seremos cada día más firmes en nuestra posición de defensa de los intereses de la patria y de los intereses del pueblo (APLAUSOS).
Pero hay una demanda aquí muy justa: vamos a aprovechar esta ocasión para demandar del gobierno de Estados Unidos la devolución de los criminales de guerra que se han refugiado allá (EXCLAMACIONES). El pueblo de Cuba demanda del pueblo de Estados Unidos que no les dé albergue a los Masferrer, a los Ventura, a los Pilar García (EXCLAMACIONES). El pueblo de Estados Unidos debe exigir al gobierno de Estados Unidos la devolución de los criminales de guerra, porque el pueblo de Estados Unidos no habría estado de acuerdo en que después de la Guerra Mundial, Goering, y Himler y Hitler, se hubiesen refugiado aquí en Cuba. Pues bien, el Himler de nosotros es Ventura; los Goering de nosotros son los Tabernilla, los Pilar García, los Chaviano, los Laurent; ¡el Hitler de nosotros es Batista!
Si Estados Unidos desea ser justo, si Estados Unidos desea respetar los sentimientos del pueblo de Cuba, debe acceder a la extradición de los criminales de guerra, porque esos no son delincuentes políticos; no se puede llamar delincuentes políticos a los que violaron mujeres, porque la violación de una mujer no tiene nada que ver con la política; no se puede llamar delincuentes políticos a los que arrancaron ojos, porque arrancar ojos humanos no tiene nada que ver con la política; no se puede llamar delincuentes políticos a los que asesinaron a niños y ancianos, a los que torturaron sin piedad a miles y miles de compatriotas, porque la tortura no tiene nada que ver con la política, y, por lo tanto, no se pueden amparar en la condición de delincuentes políticos, porque son delincuentes comunes.
Y los millones de pesos que se han robado para depositarlos en bancos norteamericanos, que nos los devuelvan (EXCLAMACIONES), porque echarse en el bolsillo el dinero del pueblo para llevárselo al extranjero no tiene nada que ver con la política, porque robarse el dinero de la república para gastarlo en lujos, no tiene nada que ver con la política, y son ladrones aquí y en cualquier parte del mundo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Por tanto, el pueblo de Cuba tiene derecho a reclamar la devolución de los asesinos, de los torturadores y, además, la devolución del dinero que se han robado, porque es del pueblo, porque salió de nuestros bolsillos.
Me duele solo que los pueblos de América se dejen engañar tan miserablemente, me duele solo pensar en lo que sería el destino de América si esta Revolución es aplastada. Porque esta Revolución, que no es un golpe de Estado, que no es la asonada de un grupo de caudillos militares, sino una revolución de pueblo, de puro pueblo, debe constituir para los pueblos de América una esperanza. ¿Por qué? ¡Ah!, porque nosotros hemos tocado en la llaga que duele a América, porque en América, su historia de más de un siglo ya se sabe: víctima de los ambiciosos, víctima de los caudillos militares, víctima de las castas militares. ¡Qué necesitada está América, qué necesitados están los pueblos de nuestro continente de una revolución como esta que se ha hecho en Cuba! ¡Qué necesitada está América de que en todos sus pueblos se diese un ejemplo como este! ¡Qué necesitada está de que los millonarios que se han enriquecido robándole el dinero al pueblo, perdiesen todo lo que han robado! ¡Qué necesitada está América de que los criminales de guerra, en los países de nuestro continente, hubiesen sido también fusilados!, porque tal vez nuestro continente no sería lo que es hoy: grupos de naciones divididas, distanciadas, a pesar de tener los mismos sentimientos, las mismas necesidades, los mismos intereses, la misma raza y la misma cultura; no sería la agrupación de naciones divididas y débiles, víctimas de las tiranías consuetudinarias y de las castas militares. ¡Qué necesitada está la América del ejemplo de Cuba!
La Revolución Cubana se puede sintetizar como una aspiración de justicia social dentro de la más plena libertad y el más absoluto respeto a los derechos humanos. Nuestra Revolución hay que defenderla como se defiende, no algo de Cuba, sino algo de América. Y a los hombres honrados de América, a los periodistas honrados de todo el continente, a los pueblos que son nuestros amigos, tenemos que pedirles que defiendan nuestra Revolución, que no dejen que nos la calumnien porque quieren destruirla, en daño, no solo de Cuba, sino en daño de América; no quieren que la Revolución Cubana levante cabeza para que no pueda levantar cabeza ningún pueblo de América (APLAUSOS).
Y yo les puedo preguntar a los congresistas que nos atacaron, les puedo hacer esta pregunta: ¿Qué hizo Estados Unidos? Les puedo hacer esta pregunta a los congresistas que nos han atacado: ¿Qué se hizo en Hiroshima y Nagasaki? ¡Ah!, en nombre de la paz se bombardearon dos ciudades y se mataron a más de 300 000 seres humanos. Nosotros no hemos fusilado a ningún niño, nosotros no hemos fusilado a ninguna mujer, nosotros no hemos fusilado a ningún anciano; sin embargo, en Hiroshima y en Nagasaki murieron 300 000 seres humanos de la población civil. ¿En nombre de qué? ¡Ah!, pues se decía que para lograr la paz, se decía también que para evitar que murieran muchos norteamericanos combatiendo. Pues bien, yo les digo a esos congresistas que, aparte de que no tienen nada por qué meterse en los problemas de Cuba (EXCLAMACIONES), estamos fusilando a los esbirros para lograr la paz, y estamos fusilando a los esbirros para que el día de mañana no nos asesinen otra vez a nuestros hijos, y que, al fin y al cabo, los esbirros que fusilemos no van a pasar de 400, es decir, ¡más o menos un esbirro por cada 1 000 hombres, mujeres y niños asesinados en Hiroshima y en Nagasaki!
Por supuesto que quiero aclarar que el pueblo de Cuba no está animado de ningún sentimiento hostil hacia el pueblo de Estados Unidos, no, al contrario, le hablamos también a la opinión pública de Estados Unidos para que nos respalde frente a esos intereses, que son tan enemigos de Cuba como de Estados Unidos; que nosotros no hemos hecho objeto de agresión a nadie, que la Revolución Cubana no ha atacado a ningún pueblo, y que ha sido en cambio el pueblo cubano el que, por el simple hecho de haberse librado de la tiranía con muchos sacrificios, se ha visto objeto de la más criminal, la más canallesca y la más cobarde campaña contra sí.
Bien merece nuestro reconocimiento y nuestra admiración un pueblo que ha sabido unirse tan estrechamente y como un solo hombre en esta lucha. ¡Un pueblo así no hay quien lo derrote! Hay que impedir que nos lo dividan. Hay que estar unidos para defender los intereses de la patria, que están por encima de todos los demás intereses. Pero al mismo tiempo ir trabajando dentro y haciendo, no solo justicia contra los criminales, sino también justicia social.
Desde que bajé de la Sierra Maestra he escuchado muchas veces una frase, miles de personas se han acercado a mí para decirme: “¡Gracias, Fidel!”, “¡gracias, Fidel!” (APLAUSOS.) Hoy, después de esta extraordinaria demostración; hoy, después de la satisfacción que experimentamos todos nosotros al ver este respaldo del pueblo; hoy, al sentirnos tan orgullosos de ser cubanos y pertenecer a este pueblo, que es uno de los pueblos más dignos del mundo, hoy, soy yo quien en nombre del Gobierno Revolucionario y de todos los combatientes del Ejército Rebelde, quiero decirle a mi pueblo: ¡Muchas gracias, muchas gracias!
(OVACION.
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