.Orlando Guevara Núñez
Este 3 de febrero, se
cumplen 54 años de que el presidente de
los Estados Unidos, J. F. Kennedy, firmara la Orden Ejecutiva Presidencial
3447, Resolución Federal 1085, estableciendo el bloqueo económico, financiero y
comercial contra Cuba.
El hostigamiento venía desde el mismo triunfo de la
Revolución. Pero a cada intento de destruir la Revolución y crear el caos en el
país, le seguían los fracasos. Se había producido ya la derrota militar yanqui
en Playa Girón, y la fortaleza del
proceso revolucionario cubano era inocultable.
El 31 de enero de 1962,
durante la Octava Reunión de los Ministros de Relaciones Exteriores de los países
integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) Cuba, por mandato de
los Estados Unidos y complicidad de los gobiernos incondicionales a los
dictados del imperio, expulsó a Cuba de ese organismo, alegando su
incompatibilidad con los principios y objetivos del Sistema Interamericano.
Pretendieron aislar a Cuba
del resto de los países de esta área. En un primer momento, con excepción de
México y Canadá, los demás gobiernos rompieron sus relaciones con nuestro país.
El imperio, satisfecho, creyó llegado el fin de la Revolución. No concebían que
gobierno alguno pudiera sostenerse en pie frente a golpe tan demoledor. Se
oficializaba de esa forma una medida que Estados Unidos tenía como reserva
dentro de sus planes anticubanos.
El 18 de enero de ese año
1962, el gobierno de los Estados Unidos
había discutido el documento titulado Proyecto Cuba-Operación Mangosta,
que pretendió destruir la Revolución en un período corto de tiempo. Ese
siniestro proyecto incluía 13 medidas económicas, cuatro tareas de
inteligencia, seis de tipo político, cuatro psicológicas –de propaganda- y
cinco de carácter militar.
Se instrumentaba así una
verdadera guerra económica y en otros campos, que sigue aún vigente. Por un
lado, se planteaba cerrar a Cuba las puertas del comercio exterior; por otro,
como está plasmado en la tarea 21 de este plan, “La CIA debe entregar un plan
para el 15 de febrero para provocar fracasos en las cosechas de alimentos en
Cuba. En la tarea número 30 del mencionado Proyecto, quedaba clara la esencia
de la política agresiva de los Estados Unidos hacia nuestro país: “La CIA debe
entregar para el 15 de febrero su plan operativo para las acciones de sabotaje
dentro de Cuba, incluyendo los plazos propuestos para las acciones y cómo ellas
coadyuvan al surgimiento y apoyo de un movimiento popular, para alcanzar los
objetivos del Proyecto”.
Habían llegado a la errónea
conclusión de que era posible destruir a la Revolución cubana. Su equivocación,
sin embargo, llega hasta los tiempos presentes.
El día antes de la
oficialización del bloqueo norteamericano a Cuba, nuevas y sucias medidas se
pondrían en práctica. Interferencia de las frecuencias de las comunicaciones
cubanas aire-tierra, utilizadas para el control de los aeropuertos; desorganizar
o neutralizar las instalaciones de comunicaciones militares y
comerciales cubanas, introducción clandestina en Cuba de materiales corrosivos
para provocar accidentes en aviones, vehículos terrestres y marítimos, además
de socavar la confianza cubana en el combustible suministrado por la entonces
Unión Soviética. Todos esos planes fueron ejecutados o trataron de ejecutarse.
A las medidas coercitivas,
incluyendo la presión contra otros países, se unía la tarea, en el plano
militar, de violar el espacio aéreo y marítimo cubanos, así como también
retrasar, trastornar o impedir el transporte y sus comunicaciones, además de
hostigar a la aviación civil y buques.
Los sabotajes y el terrorismo
más brutal, se encaminaron a sabotear el suministro de níquel a la Unión
Soviética, privando a Cuba de esos importantes recursos financieros; sabotear,
asimismo, el suministro del petróleo soviético a nuestro país; sabotear, desde
afuera, las comunicaciones, incluyendo plantas radiales y televisivas, plantas
de energía eléctrica, servicios públicos y otros importantes objetivos.
La
propaganda norteamericana quiere esconder, tras la palabra “embargo”, la
esencia de un absurdo bloqueo, de una ilegal guerra económica, violatoria de
las leyes internacionales sobre esta materia.
A
lo largo de los 54 años de su existencia, la Revolución cubana no ha dejado de
ser hostigada, amenazada y agredida por el gobierno imperialista de los Estados
Unidos. El bloqueo oficializado el 3 de febrero de 1962, no ha dejado de
recrudecerse y ser respaldado con leyes estranguladoras como la Helms-Burton, y
una persecución sin límites con el objetivo de obstaculizar el comercio cubano
con el resto del mundo.
Estados
Unidos pretendió aislar a Cuba y ha sido el aislado. Hoy Cuba tiene relaciones
con todos los países de América y del Caribe; en la ONU, en comprensible
maridaje con Israel, ese país comparte el bochorno de mantener un bloqueo que
su propio presidente ha reconocido como inútil.
Ese
bloqueo que ha causado muchos sufrimientos al pueblo cubano, enormes pérdidas
económicas y ha retrasado en varios años nuestro desarrollo, se mantiene hoy,
en lo esencial, intacto. Pero invariable
ha sido también la dignidad del pueblo cubano para enfrentarlo y vencerlo.
Luego
de 54 años, Estados Unidos continúa cargando con el deshonor de mantener esa
guerra económica, mientras que Cuba mantiene y engrandece su resistencia y su
victoria.
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