. Orlando Guevara Núñez
La próxima apertura de
embajadas entre Cuba y Estados Unidos, sigue generando las mismas interrogantes:
¿Qué pasos seguirán a ese para la normalización de las relaciones entre ambos
países, interrumpidas el 3 de enero de
1961, por decisión del gobierno norteamericano?
Hasta ahora, el valladar
principal en esas relaciones sigue siendo el bloqueo económico, comercial y
financiero de Estados Unidos a Cuba,
oficializado el 3 de febrero de 1962 por
el presidente Kennedy.
Esa medida se mantiene en
pie, pese a ser declarada por el presidente Obama como un fracaso. Su implantación tuvo un objetivo claro y
confesado por documentos de Estados
Unidos ya desclasificados:
“El único medio previsible
para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento
basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse
prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de
Cuba. Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y
suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de
causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Esas fueron las medidas
reconocidas, después de más de medio siglo, como fracasadas. Y son las que no solo se han mantenido, sino
que se han recrudecido año tras año y administración tras administración de
Estados Unidos.
Un documento oficial
norteamericano, en abril del propio
1960, revela las sucias intenciones. El 2 de mayo de 1961, en reunión del Grupo
de Trabajo del Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de
Estado y la Oficina Nacional de Estimados de la CIA, analizó hechos estimados y proyecciones sobre la política anticubana.
Todo giró alrededor de cómo
privar a Cuba del intercambio con el exterior, piezas de repuesto, materias
primas y hasta de técnicos y personal de dirección, así como hacer disminuir
los ingresos per cápita y los artículos de consumo, provocando el auge del
mercado negro.
Y las intenciones de eliminar
el proceso revolucionario cubano con el bloqueo, estuvieron siempre acompañadas
con otras medidas agresivas.
Entre 1959 y 1965, fueron
organizadas a todo lo largo del país 299 bandas contrarrevolucionarias con 3
995 mercenarios reclutados, entrenados, armados, financiados y dirigidos por la
CIA y el gobierno de los Estados Unidos, las que fueron eliminadas, al costo de
549 cubanos muertos y centenares de heridos.
Sólo entre diciembre de 1961
y enero de 1963, como consecuencia del llamado Proyecto Cuba, aprobado por el
gobierno de los Estados Unidos en el primer año mencionado, Cuba sufrió 5 780
acciones terroristas, entre éstas 716 sabotajes de envergadura en instalaciones
industriales.
Incendio de cañaverales,
bombardeo a centrales azucareros, ametrallamiento a industrias importantes,
asesinato de obreros y población civil, se sucedían a diario.
Esa política agresiva costó a
Cuba 3 478 vidas y 2 099 personas con
invalidez permanente.
Cuba fue objeto no solo de la
guerra económica y militar, sino también bactereológica con graves afectaciones
para la salud de la población, los cultivos y los animales.
Solo la grandeza del pueblo
cubano y la sabia dirección del gobierno revolucionario, han sido capaces de
resistir y vencer este criminal bloqueo.
Me encuentro entre quienes
piensan que l os pasos dados entre Cuba y Estados Unidos para la referida normalización de
relaciones, son positivos, pero estas
relaciones, para ser verdaderas,
necesitan de la erradicación
total de ese bloqueo.
En reiteradas ocasiones, el
Presidente Obama ha expresado sus intenciones de “beneficio para el pueblo
cubano”. Para ese objetivo ha hablado de “influir sobre el entorno”.
Pienso que el entorno está
claro. Si la intención es sincera, para
contribuir al bienestar de los cubanos es preciso eliminar el bloqueo, las
leyes de Ajuste Cubano, Helms-Burton y Torricelli, devolver la ilegal Base
Naval de Guantánamo, interrumplir las agresiones del espacio radial y
televisivo, dejar de financiar proyectos contrarrevolucionarios, suspender la
prohibición de visitas a Cuba e indemnizar a nuestro país por los cuantiosos
daños causados durante todos estos años.
Avanzar en el propósito iniciado por Cuba y Estados
Unidos, tendrá que hacerse por un camino lleno de obstáculos. Habrá que esperar
para saber hasta dónde las intenciones planteadas por Obama se hacen sentir en el Congreso. Mientras
tanto, nos toca a los cubanos seguir
respaldando las posiciones planteadas por Raúl y la representación nuestra en
las conversaciones, sobre que Cuba está dispuesta a discutirlo todo, pero en
condiciones de igualdad y respeto de
derechos.
Si hasta ahora se ha
demostrado que el bloqueo ha sido un fracaso y que las agresiones han sido
también un fracaso, sabemos que llegará también el día en que el gobierno
norteamericano entienda que este pueblo, con ningún método que se le aplique,
abandonará su camino socialista. Es una
decisión refrendada en nuestra Constitución y defendida por un pueblo que se
mantiene vivo porque ha sido capaz de arriesgar su vida para seguir siendo lo
que somos y no volver a ser jamás a lo que fuimos.
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