lunes, 13 de julio de 2015

Cuba- Estados Unidos Habrá embajadas… ¿y después?


    
. Orlando Guevara Núñez

La próxima apertura de embajadas entre Cuba y Estados Unidos, sigue generando las mismas interrogantes: ¿Qué pasos seguirán a ese para la normalización de las relaciones entre ambos países, interrumpidas el  3 de enero de 1961, por decisión del gobierno norteamericano?
Hasta ahora, el valladar principal en esas relaciones sigue siendo el bloqueo económico, comercial y financiero  de Estados Unidos a Cuba, oficializado el 3 de febrero de 1962  por el presidente Kennedy.
Esa medida se mantiene en pie, pese a ser declarada por el presidente Obama como un fracaso. Su  implantación tuvo un objetivo claro y confesado por documentos  de Estados Unidos ya desclasificados:   
“El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Esas fueron las medidas reconocidas, después de más de medio siglo, como fracasadas. Y  son las que no solo se han mantenido, sino que se han recrudecido año tras año y administración tras administración de Estados Unidos.

Un documento oficial norteamericano,  en abril del propio 1960, revela las sucias intenciones. El 2 de mayo de 1961, en reunión del Grupo de Trabajo del Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado y la Oficina Nacional de Estimados de la CIA, analizó hechos estimados y proyecciones sobre la política anticubana.
Todo giró alrededor de cómo privar a Cuba del intercambio con el exterior, piezas de repuesto, materias primas y hasta de técnicos y personal de dirección, así como hacer disminuir los ingresos per cápita y los artículos de consumo, provocando el auge del mercado negro.

Y las intenciones de eliminar el proceso revolucionario cubano con el bloqueo, estuvieron siempre acompañadas con otras medidas agresivas.


Entre 1959 y 1965, fueron organizadas a todo lo largo del país 299 bandas contrarrevolucionarias con 3 995 mercenarios reclutados, entrenados, armados, financiados y dirigidos por la CIA y el gobierno de los Estados Unidos, las que fueron eliminadas, al costo de 549 cubanos muertos y centenares de heridos.
Sólo entre diciembre de 1961 y enero de 1963, como consecuencia del llamado Proyecto Cuba, aprobado por el gobierno de los Estados Unidos en el primer año mencionado, Cuba sufrió 5 780 acciones terroristas, entre éstas 716 sabotajes de envergadura en instalaciones industriales.
Incendio de cañaverales, bombardeo a centrales azucareros, ametrallamiento a industrias importantes, asesinato de obreros y población civil, se sucedían a diario.
Esa política agresiva costó a Cuba 3 478 vidas y 2 099 personas  con invalidez permanente.
Cuba fue objeto no solo de la guerra económica y militar, sino también bactereológica con graves afectaciones para la salud de la población, los cultivos y los animales.
Solo la grandeza del pueblo cubano y la sabia dirección del gobierno revolucionario, han sido capaces de resistir y vencer este criminal bloqueo.
Me encuentro entre quienes piensan que l os pasos dados entre Cuba y Estados  Unidos para la referida normalización de relaciones, son positivos, pero  estas relaciones, para ser verdaderas,  necesitan  de la erradicación total de ese bloqueo.
En reiteradas ocasiones, el Presidente Obama ha expresado sus intenciones de “beneficio para el pueblo cubano”. Para ese objetivo ha hablado de “influir sobre el entorno”.
Pienso que el entorno está claro. Si la intención  es sincera, para contribuir al bienestar de los cubanos es preciso eliminar el bloqueo, las leyes de Ajuste Cubano, Helms-Burton y Torricelli, devolver la ilegal Base Naval de Guantánamo, interrumplir las agresiones del espacio radial y televisivo, dejar de financiar proyectos contrarrevolucionarios, suspender la prohibición de visitas a Cuba e indemnizar a nuestro país por los cuantiosos daños causados durante todos estos años.
Avanzar  en el propósito iniciado por Cuba y Estados Unidos, tendrá que hacerse por un camino lleno de obstáculos. Habrá que esperar para saber hasta dónde las intenciones planteadas por Obama  se hacen sentir en el Congreso. Mientras tanto, nos toca  a los cubanos seguir respaldando las posiciones planteadas por Raúl y la representación nuestra en las conversaciones, sobre que Cuba está dispuesta a discutirlo todo, pero en condiciones de igualdad y  respeto de derechos.
Si hasta ahora se ha demostrado que el bloqueo ha sido un fracaso y que las agresiones han sido también un fracaso, sabemos que llegará también el día en que el gobierno norteamericano entienda que este pueblo, con ningún método que se le aplique, abandonará su camino socialista. Es  una decisión refrendada en nuestra Constitución y defendida por un pueblo que se mantiene vivo porque ha sido capaz de arriesgar su vida para seguir siendo lo que  somos y no volver  a ser jamás a lo que fuimos.

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