.Orlando
Guevara Núñez
Esta
mañana, 24 de febrero, asistí a un singular homenaje a Martí. Una algarabía
infantil frente al edificio donde vivo, llamó la atención de los
vecinos. Era una visita de niños de prescolar, del Círculo Infantil Alegre
Amanecer. Nos saludaron con canciones y lemas patrióticos. Y se estableció
un diálogo informal.
Alguien
les preguntó por qué andaban vestidos de forma tan bonita (uniforme de banda de
música) y la respuesta fue rauda, casi
en coro: Porque hoy es 24 de febrero. ¿Y qué pasó el 24 de febrero? Que
los mambises su fueron para la guerra. ¿Quiénes fueron esos mambises?
Martí, Maceo, incluyen a
Carlos Manuel de Céspedes.
Otras
preguntas donde demostraron saber donde está sepultado José Martí, donde cayó
Antonio Maceo y donde reposan sus restos, quien fue Mariana Grajales y,
por vivir aquí, saben que son santiagueros.
A
esa edad, tales respuestas impresionan. Pero hubo una pregunta
respondida de forma más ilustrativa sobre la inteligencia de los
pequeños visitantes. Más que una interrogación, fue una invitación: Levanten
las manos los que sean disciplinados. Del grupo de unos 30,
alrededor de la mitad alzó sus manos.
Una
asistente del Círculo, trata de explicar que a lo mejor ellos no habían entendido
bien el concepto de disciplinados.
La pregunta se repite, agregando, a la palabra disciplinados, los que se portan bien.
De
nuevo la misma cantidad de manos
levantadas. Entonces, la afirmación de otra asistente: han dicho la verdad, no los están engañando. Si todos fueran
disciplinados y se portaran bien, yo no
estuviera ronca.
Al
final, otra pregunta, en este caso a quienes no levantaron la mano. ¿Y es muy
difícil ser disciplinado? Sí, fue la
respuesta inmediata de uno. Se pasaba a otro tema cuando hubo un reclamo: ¡A mí no me han preguntado! Interrogante
repetida y la misma respuesta afirmativa: es
difícil ser disciplinado.
Más
que reproche por no ser disciplinados,
vale el reconocimiento por ser honestos, el camino más seguro para la forja de
disciplina.
El
encuentro llega a su final. Fue un sencillo homenaje a José Martí, confirmación
de su pensamiento: Los niños son la
esperanza del mundo.
Suenan
los tambores de la banda, se esparce el rítmico sonido, vuelve la algarabía
infantil, se sienten eufóricos por sus coloridos trajes, las manos se agitan en
señal de despedida, no sin antes extender una invitación a los vecinos para
visitarlos el próximo 10 de abril, aniversario de los Círculos Infantiles. Viven
en el Centro Urbano José Martí. L a
visita de ellos, será correspondida.
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