.Orlando Guevara Núñez
La solidaridad mundial con la causa de Los Cinco crece en el
mundo, incluyendo Estados Unidos, donde la verdad lucha por abrirse paso y derrotar a la
mentira. Sin embargo, el gobierno de Obama sigue empeñado en mantener la
injusticia, al tiempo que los medios de difusión de ese país le siguen haciendo el juego para desinformar a la opinión pública.
Es un hecho bochornoso para el
país que se auto proclama paladín de la
justicia, de los derechos humanos y de la democracia, haber cometido
deliberadamente –y haber mantenido durante más de 15 años- graves violaciones
de sus propias leyes y de su Constitución, castigando a personas inocentes, con
castigos, además, desproporcionados y valiéndose de delitos fabricados que
ninguno de los Cinco cometió.
Está más que probado que
Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René no fueron espías. Ninguno de ellos
obtuvo, ni trató de obtener, información secreta sobre Estados Unidos para
suministrarla a Cuba. Su misión fue, en todo momento, monitorear a grupos
contrarrevolucionarios y terroristas anticubanos, radicados en ese país y que
actúan contra el nuestro, no solo
con impunidad, sino también respaldados por el gobierno norteamericano y
la Agencia Central de Inteligencia, con el confeso objetivo de destruir a la
Revolución cubana.
En el juicio, importantes
testigos gubernamentales declararon que en las 20 000 páginas
digitales ocupadas a los Cinco, ni una sola de éstas contenía ese tipo de
información. Se declaró, además, que la actividad que ellos realizaban, en
ningún momento constituyó una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.
La grave acusación contra Gerardo – conspiración para cometer
asesinato en primer grado- quedó también descalificada en el propio juicio, al
grado que el representante de la Fiscalía afirmó la inexistencia de pruebas
para mantener esa acusación. Sin embargo, caso insólito, por ese cargo fue
condenado a cadena perpetua. Otra cadena perpetua le fue impuesta por
conspiración para cometer espionaje.
Igual sanción se les impuso a Ramón y a Antonio. El sadismo de la ¿justicia?
norteamericana se reveló más cuando a los dos últimos se les suspendió esa
condena, y no a Gerardo, por considerarse que, en definita, ya él tenía otra
cadena perpetua.
¿Dónde están los principios
éticos, morales y de equidad de esa justicia? El primero que podría
responder esa interrogante es el
presidente Obama, si hace honor a su condición de profesor de Derecho
Constitucional que “enriquece” de
aval profesional.
La gran verdad es que cuando el
proceso contra los Cinco es sometido a
un análisis serio, afloran de inmediato las irregularidades, las ilegalidades,
junto a la demostración de que la
mentira se impuso a la verdad, la injusticia a la justicia, y la sinrazón a la razón.
Está claro que esas injustas
condenas, mantenidas por más de cinco lustros, son, en esencia, una represalia
contra el pueblo cubano y un acto de complicidad con la mafia
contrarrevolucionaria de Miami.
La única intención de los Cinco
fue preservar la vida de su pueblo frente a los terroristas. Ellos asumieron con honor esa misión y asumen con honor
multiplicado las consecuencias. Hasta que la solidaridad internacional logue quebrantar los barrotes.
¿Por qué no atiende Obama este reclamo?
Como se conoce, cerradas las
vías legales, está en manos del presidente de los Estados Unidos poner en
libertad a los tres héroes cubanos aún
prisioneros injustamente en su país. No fue él quien engendró la injusticia,
pero al asumirla y mantenerla, es igualmente responsable. Tiene Obama en sus manos
la posibilidad de lavar la mancha que hoy pesa sobre el sistema judicial
norteamericano.
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