.Orlando Guevara Núñez
El 29 de mayo de
1870, fue fusilado por las tropas colonialistas españolas en Cuba, el patriota
Oscar de Céspedes y Céspedes. Con 23 años de edad, había abandonado las aulas
de la Universidad
de La Habana, en
la carrera de Derecho, para incorporarse a la gesta independentista iniciada el
10 de octubre de 1868.
Oscar, junto a
otros patriotas, había sido hecho prisionero, junto a su esposa Manuela, tras
un asalto español al campamento mambí de La Caridad, cercano al histórico poblado de Guáimaro.
El mando
español, en esa ocasión, quiso utilizar el chantaje con el progenitor del joven
Oscar, proponiendo la liberación del prisionero si el padre desistía de la
lucha y abandonaba el país.
El padre de
Oscar no era otro que Carlos Manuel de Céspedes, el máximo jefe del alzamiento
revolucionario del 10 de Octubre, cuando dio libertad a sus esclavos y se lanzó
a la lucha por la independencia cubana.
Siendo
Presidente de la República,
el máximo jefe independentista recibiò una carta del Mando español con la
insultante propuesta. “En mi poder, prisionero por fuerzas a mi mando, su hijo,
Oscar de Céspedes. En sus manos de usted queda su salvación, dígame por el
punto que quiere embarcarse para darles absoluta garantía. Por el portador
puede darme la contesta”.
Se ha dicho que,
en realidad, esa proposición indigna se hizo cuando Oscar había sido fusilado.
Una prueba más de la felonía colonial, que se había propuesto eliminar también
al padre.
Entonces la respuesta fue dada por la dignidad.
“Primero perecerá toda mi familia y yo con ellos que traicionar a mi Patria.
Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueren por nuestras
libertades patrias”.
Fue ese el hecho
de que hoy a Carlos Manuel de Céspedes se la conozca en Cuba como El Padre de la Patria. Oscar fue fusilado.
Pero su padre ganó a millones de hijos que continúan venerándolo como el hombre
que inició la Revolución
continuada luego por José Martí y conducida al triunfo por el Comandante en
Jefe Fidel Castro, el 1ro. de enero de 1959.
Los cubanos
recordamos a Oscar y a Carlos Manuel como un símbolo del espíritu inclaudicable
de la familia cubana, en defensa de su libertad e independencia.
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