.Orlando Guevara
Núñez
Diciembre era
siempre un mes de jolgorios para todos los personeros de la tiranía batistiana.
Y junto a ellos, los poderosos, celebrando las navidades. Mientras, la mayoría
de los cubanos, sumidos en la miseria, esperaban el nuevo año con la esperanza
de que “año nuevo es vida nueva”, aunque para ellos los que terminaban y los
que venían deparaban siempre el mismo destino.
Pero el
diciembre de 1958 fue distinto. La guerra revolucionaria era ya indetenible. El
30 de noviembre de ese mismo año, la victoria en la Batalla de Guisa, a unos 12 kilómetros de la
ciudad de Bayamo, era el preludio del fin de la tiranía. El propio Comandante
en Jefe Fidel Castro condujo esa acción, con la participación también de
combatientes del Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, bajo el mando
del entonces Comandante Juan Almeida Bosque.
Fue una victoria
rebelde aplastante, con repercusión en el terreno militar y también en el
aspecto moral. Esa victoria abrió el paso hacia el objetivo estratégico de
avanzar sobre la capital provincial de Oriente, Santiago de Cuba y desarrollar
allí el postrer combate contra la tiranía en esta provincia indómita.
Simultáneamente,
las tropas del Segundo Frente Oriental Frank País, con el Comandante Raúl
Castro a la cabeza, batían al enemigo en sus propias posiciones. Las Columnas
Invasoras de Camilo y el Che avanzaban hacia el centro y occidente, mientras
que el IV Frente Simón Bolívar, en la parte norte oriental, incrementaba sus
acciones y cerraba el paso al enemigo.
El 7 de
diciembre, había sido liberada La
Maya, triunfo que eliminaba el único bastión de la tiranía
entre las ciudades de Santiago de Cuba y Guantánamo, sobre las cuales se
apretaba el cerco rebelde.
Un día después,
también tras largos días de asedio y de combate, las tropas batistianas eran
desalojadas de San Luis, posición estratégica por su nudo ferroviario. El día 9
era liberado el poblado de Baire. Y el l0 de diciembre comenzaba una batalla
decisiva: la de Maffo, fortaleza rendida 20 días más tarde, quedando libre de
posiciones de la tiranía toda la zona entre las ciudades de Santiago de Cuba y
Bayamo.
El 17 de
diciembre, El Cobre pasaba a territorio libre de Cuba. El 19 de diciembre, era
tomado Jiguaní, tras uno de los más cruentos combates del Ejército Rebelde
contra las fuerzas batistianas.
El 27 de
diciembre Palma Soriano, pese a la obstinada resistencia del enemigo, fue
tomada por asalto y pasaba de madriguera de las tropas de la tiranía a bastión
del Ejército Rebelde.
En esa acción,
por primera vez durante la guerra, combatieron juntos el Primer, Segundo y
Tercer Frentes, comandados, respectivamente, por Fidel, Raúl y Almeida.
La tiranía tenía
sus días contados. Sabiéndose ya derrotada, trató de imponer una maniobra que
impidiera el triunfo definitivo del Ejército Rebelde y su ascenso al poder.
Así, cuando el
28 de diciembre Fidel se entrevista, en el antiguo ingenio Oriente, en las
cercanías de Palma Soriano, con el general Eulogio Cantillo en representación
de la dictadura, éste reconoce la derrota y se compromete con el Comandante en
Jefe a no dejar escapar a Batista, a no promover un golpe de estado, ni hacer
contacto con la embajada norteamericana, que desde entonces buscaba los medios
de impedir el ascenso de la
Revolución al poder. A su regreso a la capital cubana, sin
embargo, Cantillo hace todo lo contrario a lo acordado.
Así, en la
mañana del 1ro. de enero de 1958, la noticia de que Batista huyó del país y se
ha producido un golpe de estado en La
Habana, con la designación incluso de un presidente, Fidel
responde a la traición y convoca a todos los mandos rebeldes a continuar el
avance y los combates, concediendo parlamento sólo a las fuerzas que se
rindieran incondicionalmente al Ejército Rebelde. En la misma alocución, llama
al pueblo a prepararse para la Huelga
General Revolucionaria si fuese necesario.
La decisión del
Comandante en Jefe fue avanzar de inmediato sobre Santiago de Cuba y dar un
plazo a la guarnición del Moncada para su rendición ese mismo día o iniciar el
asalto a esa fortaleza, donde se encontraban unos cinco mil soldados de la
dictadura.
Otra alocución,
también desde Palma Soriano, dirigió el máximo jefe rebelde a la ciudad de
Santiago de Cuba.
Ese mismo 1ro.
de enero de 1959, en El Escandel, paraje serrano en las cercanías de El Caney,
próximo a Santiago de Cuba, el coronel Rego Rubido, jefe de la plaza militar
del Cuartel Moncada, rendía sus fuerzas ante el Comandante en Jefe. De allí,
acompañado por solo dos combatientes, partió el Comandante Raúl Castro y ocupó
la fortaleza en la cual cinco años, cinco meses y cinco días antes, el 26 de
Julio de 1953, había combatido la
Generación del Centenario y había ofrecido su sangre y su
vida para que José Martí siguiera viviendo en el alma de la Patria.
Esa misma noche
del 1ro. de enero –y la madrugada del 2- en el céntrico Parque Céspedes, de
Santiago de Cuba, Fidel proclamaba el triunfo definitivo de la Revolución Cubana
y aseguraba que esta sí sería una verdadera Revolución y que ahora sí, los
mambises habían entrado a Santiago.
Terminaban con
este triunfo el vasallaje de cuatro siglos de colonialismo español y seis
décadas de pseudo república y neocolonismo yanqui sobre el sufrido pueblo
cubano que vio, al fin, la materialización del viejo refrán de que “año nuevo
es vida nueva”. El último diciembre de la tiranía, fue escenario de los
combates decisivos que aseguraron la felicidad del pueblo cubano para todos los
diciembres por venir.
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