La tumba moncadista junto
al Mausoleo del Apóstol
.Orlando Guevara Núñez
Espero que un día en la patria libre se recorran los
campos del indómito Oriente recogiendo los huesos heroicos de nuestros
compañeros para juntarlos todos en una gran tumba junto al Apóstol, como
mártires que son del Centenario y cuyo epitafio sea un pensamiento de Martí:
“Ningún mártir muere en vano ni ninguna idea se pierde en el ondular y
revolverse de los vientos. La alejan o la acercan; pero siempre queda la memoria de haberla
visto pasar”
Fidel Castro Ruz
“Manifiesto a la Nación”
Presidio de Isla de Pinos
12 de diciembre de 1953
Sesenta y uno fueron los
combatientes moncadistas que murieron – seis caídos en combate y 55 asesinados
– durante la acción y los primeros días que sucedieron a aquel glorioso
amanecer del 26 de julio de 1953.
Sus cadáveres fueron
sepultados de forma secreta por los esbirros de la tiranía batistiana, tratando
de evitar que el pueblo conociera los lugares. Esa situación fue la que inspiró
al jefe de los valerosos jóvenes de la Generación del Centenario, Fidel Castro,
a plasmar para la historia esas palabras, convertidas hoy en realidad.
En el cementerio Santa Ifigenia, al lado del Mausoleo que
atesora los restos del Héroe Nacional cubano, José Martí, la Revolución erigió
esa gran tumba, un Panteón donde reposan hoy los restos de 37 combatientes
caídos en aquella gesta.
No están todos, pues muchos
fueron trasladados a sus lugares natales y allí, como aquí, son celosamente
guardados y venerados por el pueblo.
Al cumplirse ahora 60 años
del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, la intención de
este trabajo es dar a conocer a los lectores quiénes son los combatientes
moncadistas sepultados actualmente en el Santa Ifigenia.
He aquí la relación de esos
héroes, que en dos hileras ocupan la delantera del Panteón, en el cual
descansan también los restos de decenas de revolucionarios caídos durante la
lucha revolucionaria contra la tiranía batistiana.
Abel Santamaría Cuadrado, Angelo Guerra
Díaz, Manuel Rojo Pérez, Félix Rivero Vasallo, Gerardo Álvarez Álvarez, Giraldo Córdova Cardín, Jacinto García
Espinosa, José Luis Tasende de las
Muñecas, Juan Domínguez Díaz, Julio
Reyes Cairo, Manuel Isla Pérez, Mario
Muñoz Monroy, Oscar Alberto Ortega Lora, Pablo Cartas Rodríguez, Ramón Méndez Cabezón, Raúl Gómez García, Reemberto
Abad Alemán Rodríguez, Roberto
Mederos Rodríguez, Virginio Gómez
Reyes, Andrés Valdés Fuentes, Armando Valle López, Elpidio Sosa González, Fernando Chenard Piña, Gildo
Fleitas López, Horacio Matheu Orihuela, José de Jesús Madera Fernández, Wilfredo Matheu Orihuela, Juan Manuel Ameijeiras Delgado, Julio Trigo López, Manuel Saiz Sánchez, Miguel
Oramas Alfonso, Osvaldo Socarrás
Martínez, Pedro Marrero Aispurùa,
Raúl de Aguiar Fernández, Boris Luis Santa Coloma, Renato Guitart Rosell y Rolando San Román de las Llanas.
Los restos de otros dos
combatientes moncadistas, fallecidos después del triunfo de la Revolución,
descansan también en este Panteón. Ellos son: la heroína Haydèe Santamaría
Cuadrado, cumpliendo su deseo de reposo
definitivo junto a su hermano Abel, y Léster
Rodríguez Pérez ubicado en la parte posterior del Panteón, junto a otros
combatientes del 26 de Julio y del Ejército Rebelde caídos en la lucha. La
concepción es que allí, en la parte delantera, estén solo los moncadistas
caídos en los sucesos del 26 de Julio de 1953. Y la excepción con Haydée,
obedece a su deseo expresado.
Al Moncada y al Carlos Manuel
de Céspedes acudieron los valerosos jóvenes conducidos por Fidel para ganar la
libertad de la Patria. A los que cayeron o han fallecido después esa Patria
martiana los sigue contemplando orgullosa. Y también a los héroes de esa gesta
que continúan construyendo y defendiendo la Revolución, con Fidel y Raúl al
frente, los santiagueros y todos los revolucionarios cubanos les rendimos
siempre el más sentido tributo de
homenaje y trabajo. Y sin entregar jamás la bandera que ellos depositaron en
manos del pueblo, suscribimos los versos patrióticos de Raúl Gómez García, al
momento de partir hacia el Moncada: ¡Seguimos en Combate!
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