martes, 30 de noviembre de 2021

El vanidoso mira a su nombre, y el hombre honrado a la patria


Orlando Guevara Núñez

 


¡Vengo a darte patria!  Con este título escribió José Martí un artículo publicado en el periódico Patria, el 14 de marzo de 1893. Se estaba refiriendo al tema sobre la libertad de Cuba y Puerto Rico. Fue un encuentro entre patriotas de ambas naciones. 

En esa ocasión expresa Martí su convicción de que no son los nombres los que importan, sino la patria. Y apunta el pensamiento ya expresado.  Fue ésta una de las ideas subrayadas en las obras de José Martí, durante su prisión en Isla de Pinos, del joven revolucionario Fidel Castro Ruz. A continuación afirma nuestro Apóstol: “Lo penoso e inútil es la sumisión voluntaria a un estado continuo y creciente de miseria y oprobio”.

Del  mismo material, apuntó Fidel  otros pensamientos martianos: “Lo culpable, en las horas decisivas  es la indecisión” y ¡Lo odioso es la cobardía cuando se necesita el valor! También: “Volverá a haber, en Cuba  y en Puerto Rico, hombres que mueran puramente, sin mancha de interés, en la defensa del derecho de los demás hombres”.

Habla Martí sobre la confianza en que hombres de Puerto Rico están dispuestos a caer en Cuba, y cubanos dispuestos a caer en Puerto Rico. Hombres que “defenderán la independencia primero, la república en la independencia, la independencia en la república”

En otra parte del mismo artículo, asegura Martí que “La primer cualidad del patriotismo es el desistimiento de sí propio; la desaparición de las pasiones o preferencias personales ante la realidad pública, y la necesidad de acomodar a las formas de ella el ideal de la justicia”.

Está Martí llamando a la acción. Y por eso asume que “La palabra de mera verba y sin propósito es desdeñable y repulsiva, como las pinturas de una meretriz”. Y que “las palabras de previsión y de amor, en vísperas del levantamiento de un pueblo, son rápidas y luminosas, como el florete del maestro de armas”.

En el citado encuentro, con participación de quince patriotas, bautizado como mesa de Raymond, hubo intervenciones que Martí reseña en su artículo.

Y una llamó mucho la atención, la de Jorge Núñez, cuando  evocó la memoria de su padre, quien lo puso en el mundo sin garantizarle la libertad para cumplir sus deberes con la existencia. Y que según Martí: “Se juró a la obligación de volver a su patria de manera que pudiera decir algún día, arrodillado ante la tumba del que le dio el ser: Vengo a darte en la muerte lo que tú no supiste darme en vida: ¡vengo a darte patria!”

De ahí, el titulo del escrito martiano.

El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber

 

.Orlando Guevara Núñez

 


 

Pensamiento  utilizado  para definir posiciones relacionadas con los intereses personales y colectivos, es éste. Fue citado por Fidel Castro en su alegado de auto defensa La historia me absolverá.

El pronunciamiento fue hecho  por el Apóstol  de nuestra independencia el 10 de octubre de 1890, en  Hardman Hall, Nueva York,   con motivo de conmemorarse el aniversario 22 del inicio de la Guerra de los Diez Años, encabezada en La Demajagua por Carlos Manuel de Céspedes. El auditorio estaba integrado por emigrados cubanos.

Así lo dijo Martí:

“El hombre acude a la fortuna, como el mendigo al sol, y esquiva el sacrificio oscuro y la sombra del silencio; aunque el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ése es el verdadero hombre, el único hombre práctico, cuyo sueño de hoy será la ley de mañana, porque el que haya puesto los ojos en las entrañas universales, y visto hervir los 

pueblos, llameantes y ensangrentados, en la artesa de los siglos, sabe que el porvenir, sin una sola excepción, está del lado del deber. Y si falla, es que el deber no se entendió con toda pureza, sino con la liga de las pasiones menores, o no se ejercitó con desinterés y eficacia”.

Había  iniciado aquel histórico discurso con un  llamado inaplazable: “Me parece que veo cruzar, pasando lista, una sombra colérica y sublime, la sombra de la estrella en el sombrero; y mi deber, mientras me queden pies, el deber de todos nosotros, mientras nos queden pies, es ponernos en pie, y decir: "¡presente!"

Fue una  vehemente convocatoria  a la unidad para emprender la guerra truncada en 1878. 

“Porque nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer nosotros mismos; y no estamos aquí para decirnos ternezas mutuas, ni para coronar con flores de papel las estatuas heroicas, ni para entretener la conciencia con festividades funerales, ni para ofrecer, sobre el pedestal de los discursos, lo que no podemos ni intentamos cumplir; sino para ir poniendo en la mano tal firmeza que no volvamos a dejar caer la espada”.

“Y nosotros mantenemos –agregó- que los que son impotentes para hacer desaparecer las causas de la guerra en un país, necesitan, si aman a su patria y quieren ahorrarle males, tener preparado el país para la guerra”

Martí, como en otros muchos discursos y escritos, diserta sobre  la preparación de la  lucha  sin apresuramientos innecesarios.  Habla  de guerra y de fundación.

Refiriéndose a quienes  se han acomodado al pan, conviviendo con España, expresa su convicción de que, con la fuerza del pan nuevo, despertaría en los corazones el fantasma de Jimaguayú y San Lorenzo, es decir, de Ignacio Agramonte y Carlos Manuel de Céspedes.

 El hombre de actos sólo respeta al hombre de actos. El que se ha encarado mil veces con la muerte, y llegó a conocerle la hermosura, no acata, ni puede acatar, la autoridad de los que temen a la muerte”, afirma.

Otros dos bellos y útiles  conceptos fueron expresados por nuestro Héroe Nacional en aquella ocasión: Las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero. Las palabras están de más cuando no fundan, cuando no esclarecen, cuando no atraen, cuando no añaden”  “Un pueblo que entra en revolución no sale de ella hasta que se extingue o la corona”.

Y, como colofón, un preludio de lucha y esperanzas: “Sin que el corazón se nos fatigue ni nos espanten los años, paseamos el fuego insepulto, como enseña que ha de juntar, con ayuda de todos los amigos de la libertad, a los cubanos fieles esparcidos al viento del mundo: ¡y levantaremos,  en brazos de la América libre, nuestra patria buena y grande!”

 

La ciudad verde olivo

                                    

.Orlando Guevara Núñez

 

Parecía una mañana igual a las demás. Pero la noche anterior centenares de jóvenes no habían dormido por el ajetreo de los preparativos y la tensión de la acción que se gestaba. Las fuerzas de la tiranía batistiana, presintiendo algo grande, se acuartelaban. Mientras, el yate Granma se acercaba a las costas de Niquero. Era el 30 de noviembre de 1956.

Desde octubre de ese año, un grupo de jóvenes integrantes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, capitaneados por Frank País García, Léster Rodríguez, Pepito Tey y otros valerosos combatientes, preparaban el levantamiento armado que a finales de noviembre  debía secundar la expedición que bajo el mando de Fidel Castro vendría desde México para reiniciar la lucha armada.

El 27 de noviembre Frank  recibía la indicación para el inicio del levantamiento. Tres días bastaron para los preparativos. Santiago de Cuba asistía a una nueva cita con la historia. A las 7:00 de la mañana del 30 comenzaron los combates. Decenas de jóvenes estrenaron el traje verde olivo; al brazo, el rojinegro brazalete del 26 de Julio. ¡Viva Fidel!  ¡Viva la Revolución! ¡Abajo Batista!, gritaban los valientes soldados revolucionarios.

Un grupo de 28 combatientes –testimonio del propio Frank-  ataca la jefatura de la Policía Nacional, en la Loma del Intendente. En la parte delantera combaten 20 de ellos, con Pepito Tey como jefe. Otros ocho avanzan por la parte trasera, se posesionan de la azotea y desde allí abren fuego contra la guarnición. Su jefe, Otto Parellada. Un tercer y pequeño  grupo actúa también. Su jefe, Paquito Cruz, había caído prisionero la noche anterior.

La fuerza atacada es superior en número. Unos 70 policías y 15 soldados. El combate es violento. El enemigo sufre varias bajas. El primer revolucionario en caer es Tony Alomá; Pepito Tey avanza con mayor ímpetu hacia la posición enemiga, es herido en una pierna y sigue combatiendo hasta el final.

También Otto Parellada es víctima del desigual enfrentamiento. Ante la imposibilidad de tomar la estación de la Policía, se ordena la retirada de los revolucionarios, no sin antes incendiar el edificio, que es destruido por las llamas.

A poca distancia, los disparos rebeldes quebrantan la resistencia de la Policía Marítima. Se toman prisioneros y armas, pero un refuerzo enemigo, procedente del Cuartel Moncada, entra en acción. El asalto se libra sin bajas de los estrenados combatientes.

La otra acción principal, el ataque y bloqueo del Cuartel Moncada, no llegó a ejecutarse, como consecuencia de la detención, durante la noche del 29, de sus principales responsables, Léster Rodríguez y Josué País. Por ese motivo no se disparó el mortero contra la fortaleza. Las Brigadas Estudiantiles secundan el alzamiento.

Terminados los combates en los lugares escogidos, los valientes asaltantes ocupan diversos puntos de la ciudad y actúan como francotiradores. La resistencia más fuerte tiene lugar en el Instituto de Segunda Enseñanza. Al día siguiente, aún se luchaba.

Una descripción realizada por Frank País caracteriza los acontecimientos del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba.

“La ciudad amaneció bajo un tiroteo general. Armas de todos los calibres vomitaban fuego y metralla. Alarmas y sirenazos de los bomberos, del cuartel Moncada, de la marina. Ruido de los aviones volando a baja altura. Incendios por toda la ciudad. El ejército revolucionario dominando las calles y el ejército de Batista pretendiendo arrebatarle ese dominio. Los gritos de nuestros compañeros, secundados por el pueblo, y mil indescriptibles sucesos y emociones distintos”.

Al concluir los combates, la persecución de las fuerzas de la tiranía fue feroz, pero enfrentó un valladar decisivo: la solidaridad del pueblo santiaguero. Las puertas se abrían para que los jóvenes asaltantes perseguidos entraran. Mucha gente del pueblo arriesgó así también su vida ese 30 de noviembre.

                                         Santiago cooperó masivamente

Frank destacó cómo la población entera de Santiago de Cuba, enardecida y aliada a los revolucionarios, cooperó masivamente con ellos. “Cuidaba a los heridos, escondía a los hombres armados, guardaba las armas y los uniformes de los perseguidos, nos alentaba, nos prestaba las casas y vigilaba de lugar en lugar, avisando de los movimientos del ejército”.

En la jefatura de la Policía Nacional, por ejemplo, los bomberos que acudieron a apagar el incendio, ayudaron a escapar a los detenidos por la tiranía que allí estaban. Unos de esos combatientes relataría que “Los bomberos nos sacaron disfrazados con sus ropas y cascos con la mayor naturalidad, por delante de los propios policías”.

Durante la lucha, narra Asela de los Santos, una joven santiaguera incorporada a la insurrección, a un combatiente se le cayó una caja de balas. “Los proyectiles se regaron en la calle. Pasaban en aquel momento un hombre con una carretilla y varios transeúntes y sin pronunciar palabra, se agacharon y después de recogerlas siguieron su camino”.

El Granma llegó a un lugar cercano a Playas Coloradas, en Niquero, el día 2 de diciembre, 48 horas después del levantamiento de Santiago de Cuba. Las noticias eran contradictorias, pero Frank siempre confió en que Fidel y los expedicionarios llegarían a la Sierra Maestra. Por aquellos días, el héroe de la lucha clandestina le dijo a Armando Hart: “Ahora, a unir los campesinos y  realizar acciones, que esto será una bola que nadie podrá detener”.

“Frank era tan organizado, afirma la combatiente María Antonia Figueroa, que después del levantamiento el Movimiento quedó intacto, no sufrió más descalabros que la pérdida de esos tres compañeros (Pepito, Otto y Tony). Él ordenó enseguida recuperar cuanta arma y bala encontráramos”.

Tal como se había previsto, se puso en marcha otra fase de la acción, mediante sabotajes a las comunicaciones, el transporte y otras instalaciones. En muchas otras partes, los revolucionarios se habían lanzado también a la lucha.

El apoyo a Fidel y a sus compañeros tomaría otras formas. En marzo de  1957, Frank organiza y envía, como refuerzo del Ejército Rebelde, a más de  medio centenar de combatientes, muchos de ellos participantes de la heroica acción del 30 de noviembre de 1956. En junio de ese mismo año, otro grupo, con igual fin, marcha hacia las legendarias montañas orientales. Muchos de los jóvenes que estrenaron el uniforme verde olivo en la entonces capital del indómito Oriente, caerían después en las propias calles santiagueras.

Cuando a fines de diciembre de 1958 el Ejército Rebelde prepara el asalto final a Santiago de Cuba, unos cien combatientes revolucionarios armados estaban listos dentro de la ciudad para entrar en acción, desempeñando un importante papel en la victoria final.

Las fuerzas de la tiranía se replegaban a sus guaridas, donde eran acosadas, y solo la rendición incondicional del Moncada evitó el último combate. Era el Primero de Enero de 1959.

 

lunes, 29 de noviembre de 2021

Ha llegado para la América Española la hora de declarar su segunda independencia

 


.Orlando Guevara Núñez

 


El párrafo completo donde está contenido este pensamiento dice textualmente:
“De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia” 

Se está refiriendo Martí al convite hecho por los Estados Unidos a los pueblos de América, de unirse a esa nación contra Europa y cerrar tratos con el resto del mundo. Clara intención de dominio.

El tema fue abordado en un artículo titulado Congreso Internacional de Washington, su historia, sus elementos y tendencias, fechado en Nueva York, el 2 de noviembre de 1889 y publicado en el periódico La Nación, Argentina, el 19 de diciembre de igual año.

Se hace un argumentado análisis sobre  el propósito de Estados Unidos contra los pueblos de América, con el fin no de ayudarlos, sino de dominarlos a favor de intereses insanos. Por eso afirma el autor que “los peligros no se han de ver cuando se les tiene encima, sino cuando se los puede evitar. Y que lo primero en política es aclarar y prever.

Hizo Martí un concienzudo  análisis  sobre las causas económicas que inspiraban el convite de los Estados Unidos, en detrimento de la soberanía de los pueblos de América. Y alerta que estos pueblos no deben ceder su soberanía a la nación que, pudiendo ayudarlos cuando lo necesitaron, no lo hizo nunca.

Expresó la conveniencia de que  fueran más, sino todos como debieran ser los pueblos que, con la entereza de la razón y la seguridad en que están aún, den noticia decisiva de su renuncia a tomar señor. El peligro de dominio de los Estados Unidos  sobre los pueblos de América, otra vez, denunciado por  Martí.