jueves, 30 de septiembre de 2021

Una mujer hace versos con solo ser mujer

 


Orlando Guevara Núñez

 


Entre las bellas palabras que sobre la mujer dijo José Martí, figuran  éstas expresadas sobre una cubana: Eloísa Agüero  de Ossorio, en ocasión de la visita  de ella a México, recibida allí con beneplácito. La crónica  fue publicada en la Revista Universal, del país azteca, el  6 de junio de 1875. 

Era Eloísa, para esa fecha, una joven de 25 años de edad, oriunda de Camagüey, “donde  todas las mujeres son trigueñas y todos los ojos son hermosos”  al decir martiano. Pasó a residir en La Habana. Dice que desde niña mostró condiciones sorprendentes para el teatro y los poetas le hacían versos, y ella también los hacía. Es aquí  donde expresa  que una mujer hace versos con solo ser mujer.

La joven  actuó en La Habana como aficionada y, por sus cualidades, fue contratada como primera actriz, actuando en el teatro Tacón.

Martí confiesa que nunca ha visto actuar a la joven, aunque  ha leído lo sobre ella publicado. Y  reproduce varias citas de periódicos, con elogios para la artista. Por eso afirma que todo juicio en sus labios sería prematuro y quizá  sin justicia, motejado de pasión.

 Y  afirma sobre la muchacha: “Eloísa Agüero es, pues, inteligente, bella y buena: tres muy hermosas formas de un alma de mujer” Al final destaca  la modestia de la actriz, quien considera exagerados los elogios recibidos. Al día siguiente sería la primera presentación en el mexicano Teatro Principal.  

1962: Un octubre y dos victorias cubanas

.Orlando Guevara Núñez

 

Cada octubre, los cubanos dedicamos un recuerdo especial a los cruciales momentos vividos en ese mes de 1962, cuando nuestro pueblo estuvo amenazado por un holocausto nuclear y preservó su vida porque estuvo dispuesto a ofrendarla en nombre de sus principios de libertad y soberanía.

A nuestra memoria acuden el bloqueo naval norteamericano, las amenazas de exterminio, los intentos de destruir la Revolución utilizando los métodos más salvajes. Recordamos al pueblo miliciano en pie de guerra, compartiendo trincheras con sus Fuerzas Armadas Revolucionarias y su Ministerio del Interior. Las mujeres ocupando en las fábricas los puestos de quienes habían cambiado las herramientas del trabajo por el fusil.

 

En ningún momento disminuyó la confianza del pueblo en la dirección de la Revolución. Con nuestro máximo jefe compartimos la idea de instalar aquí los cohetes soviéticos de largo alcance,  y el desacuerdo con que los desmantelaran. Vibramos de emoción el día en que Fidel afirmó públicamente que más que nunca se sentía orgulloso de ser hijo de este pueblo.

   Apoyamos el principio de no permitir ninguna inspección enemiga sobre el territorio cubano. Y no lo admitimos. La definición de ese fenómeno, de ese sentimiento individual y de pueblo, la encontré después en una afirmación hecha por Fidel, acerca de que nuestros misiles morales no podrían ser desmantelados jamás.

Por eso, cada año evocamos aquel episodio que nos hizo crecer como pueblo. El objetivo norteamericano terminó con un rotundo fracaso.

Pero en  ese octubre, ocurrió  otra derrota imperial de la cual poco se habla. Precisamente para ese mismo mes y año, el gobierno de los Estados Unidos había programado el golpe final a la Revolución cubana.

Se trata de la Operación Mangosta – nombrada inicialmente Proyecto Cuba- fraguada después del desastre  de la invasión mercenaria de Playa Girón.

Dicha operación tenía el objetivo supremo de derrocar a la Revolución, para lo cual fueron trazadas 32 tareas en las áreas de inteligencia, políticas, económicas, psicológicas y militares. En noviembre de 1961, había quedado integrado el equipo, al mando de un general norteamericano, encargado de cumplir esas tareas mediante un cronograma bien definido.

En marzo de 1962, serían iniciadas las acciones con una preparación previa, como habían sido la expulsión de Cuba de la OEA, la ruptura de relaciones de Estados Unidos y la firma del presidente Kennedy del bloqueo a nuestro país. Otras medidas fueron el intento de crear en Cuba una oposición interna a la que, valga decirlo, no le tuvieron nunca confianza para asumir un liderazgo en este país.

La segunda etapa de la Operación Mangosta era de abril a julio, en la cual se fortalecerían las actividades clandestinas, bajo la jefatura, desde luego, de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA).

El primer día de agosto figuraba en el cronograma dedicado a desencadenar los mecanismos para la sublevación, bajo el supuesto de que el pueblo se rebelaría contra la Revolución, pasando a octubre con una revuelta generalizada. Por último, octubre de 1962 sería el escenario para el fin del Gobierno Revolucionario y la instauración de uno nuevo que permitiera el regreso a Cuba de los explotadores y fuera agradable para los Estados Unidos. La intervención militar norteamericana estaba dentro de los planes de Mangosta.

Los repetidos fracasos durante toda su preparación y ejecución,  hicieron que la Operación Mangosta se convirtiera en otro rotundo fracaso. Despues de la Crisis de Octubre, el propio presidente Kennedy decretó la defunción de ese proyecto criminal.

Así, octubre de 1962 tiene para los cubanos el significado de dos grandes victorias contra el imperio norteamericano: La de la Crisis, llamada también de los Misiles, y contra la Operación Mangosta. En ambos casos, el pueblo cubano enalteció su vocación  patriótica y su decisión de morir de pie libre y soberano antes que vivir de rodillas cobarde y servil ante un amo.

 

 

Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana

 


Orlanddo Guevara Núñez

 


Esta afirmación martiana fue publicada   en Patria, el 19 de agosto de 1893   Otro cuerpo de Consejo, fue titulado el escrito. Y está referido a la creación del Partido Revolucionario Cubano  en ese nivel estructural.  Habla sobre la austeridad y el esfuerzo propio para fundar ese partido, sin pedir ayuda a nadie, y afirma “que todo lo que existe es hijo de la razón libre de los cubanos escarmentados y observadores: todo es espontáneo”.

Explica por qué Cuba no ha pedido ayuda a otros países de América, en los cuales sus compromisos o la mala obra de España  eso pudiera  parecer ingratitud o intrusión.

Es  cuando afirma que: El mejor modo de hacerse servir, es hacerse respetar. Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de  hermana y obra con la autoridad  de tal.

Pero está bien convencido Martí  del  papel de Cuba en la lucha de todos los pueblos de  América por su independencia verdadera.  Y de la solidaridad de éstos, con las aspiraciones libertarias cubanas. Y por eso afirma: “Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América”

Aseveró también que el pueblo libre de América que censurase hoy a Las Antillas su voluntad de ser libres, se negaría el derecho todo de su propia historia.

Honrar, honra

 


Orlando Guevara Núñez 

 


Mucho escribió José Martí sobre el concepto de la honra. Y a muchas personalidades ilustres dedicó escritos, discursos y cartas.

En este caso, con esas dos palabras de tan alto contenido, inició un artículo publicado, en la Revista Venezolana, el 1ro. de  julio de 1881.  Estuvo dedicado a Miguel Peña, un natural de Andalucía, Venezuela, que juntó su destino a los pueblos de América por su independencia. Había fallecido en 1833.

 “Valencia- dijo Martí- erige hoy una estatua al doctor Peña; pues hoy paga Valencia lo que debe”. Pero está hablando no solo de un venezolano, sino de un recio luchador junto a Simón Bolívar. De aquel que “ayudó a fundar pueblos”.

Del homenaje erigiéndole una estatua, diría el Apóstol cubano de la independencia que  “merece presidir, en aposento de bronce, los destinos de la ciudad que él supo hacer tumba de realistas, fortaleza de derechos y cuna de republicanos”. Hace un juicio crítico de esta personalidad, Miguel Peña Páez, con sus virtudes y defectos, ubicándola en la época histórica que le tocó vivir.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Yo quisiera merecer para la tumba mía, eso: la bandera de mi estrella solitaria

 


.Orlando Guevara Núñez

 


Fue en 1894 cuando  escribió José Martí estas patrióticas palabras. Están contenidas en una carta  a Román Mayorga Rivas, de origen nicaragüense y nacionalidad salvadoreña, poeta y periodista, en ocasión de la muerte de un hermano de éste. 

Martí le expresa su pesar por la muerte de José María Mayorga Rivas, quien de poeta se transformó en  héroe, al caer  en Honduras por la libertad de ese país, siendo él nicaragüense. Le dice que morir por causa tan justa y en tan generoso sacrificio, es digno de los poetas.

“Y yo envidio esa abnegación sublime de dar la propia vida porque vivan libres y felices  los demás”. Le escribe a Román que sobre la tumba de su hermano han debido plantar no un ciprés, sino una bandera, y al pie de la bandera, laureles, muchos laureles, porque eso piden  y requieren las tumbas de los héroes que mueren en el campo de batalla peleando por la libertad.

Y es entonces cuando expresa otro deseo: “Y  yo quisiera merecer para la tumba mía, eso: la bandera de mi estrella solitaria; pero no los laureles, sino rotas al pie del asta enhiesta, las cadenas coloniales, tan infamantes y aborrecidas”.