lunes, 31 de agosto de 2020

2 de septiembre de 1960 Primera Declaración de La Habana, realidad cubana y vigencia de sus principios

 

   

 

.Orlando Guevara Núñez

 

Había transcurrido sólo un año y ocho meses desde el triunfo revolucionario del Primero de Enero de 1959 en Cuba. Nuestro país estaba dedicado por entero al trabajo para reconstruir la nación, luego de una lucha cruenta que costó la vida a 20 000 cubanos. El país había quedado devastado no solo como consecuencia de la guerra, sino también por el saqueo de la pandilla batistiana que dejó vacías las arcas del Estado, además de heredar una débil economía, dominada por los monopolios extranjeros, principalmente de los Estados Unidos.

Pero el imperio del Norte no estaba dispuesto a permitir que en nuestro continente existiera un país decidido  a dirigir su propio destino. Ya las agresiones económicas se hacían sentir, al tiempo que los sabotajes y apoyo a la contrarrevolución, mediante grupos que impunemente actuaban desde territorio norteamericano, costaban vidas y recursos al pueblo cubano.

En ese contexto, del 22 al 29 de agosto de 1960, sesionó en San José de Costa Rica la VII Reunión de Consulta de los Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA)  instrumentada por el gobierno de los Estados Unidos para condenar y aislar a Cuba, como parte de la preparación del escenario para la agresión – ya programada- que se produjo el 17 de abril de 1961, mediante la invasión mercenaria de Playa Girón, con el objetivo de destruir a la Revolución. El infame documento fue aprobado, con la excepción de los cancilleres de Venezuela y Perú, quienes, además de no firmar la declaración, renunciaron a sus cargos.

No se equivocó el Comandante en Jefe Fidel Castro cuando ese 2 de septiembre afirmó, refiriéndose a la reunión anticubana, que “se estaba afilando allí el puñal que en el corazón de la Patria cubana quiere clavar la mano criminal del imperialismo yanqui”.

La respuesta del pueblo fue contundente. En la Plaza Cívica de la capital, un millón de cubanos se reunieron y, en representación de toda la nación se constituyeron en Asamblea General del Pueblo de Cuba. Nuestro país levantó su voz no solo en nombre propio, sino también de todos los pueblos de América.

Y sus pronunciamientos fueron claros, precisos y contundentes.

Esa Asamblea proclamó el derecho de los campesinos a la tierra; del obrero al fruto de su trabajo; de los niños a la educación; de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; de los jóvenes al trabajo; de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica.

Para Cuba y más allá de sus fronteras, la Asamblea General proclamó también el derecho de los negros y del indio a la dignidad plena del hombre; de la mujer a la igualdad civil, social y política; del anciano a una vejez segura; de los intelectuales, artistas y científicos a luchar con sus obras por un mundo mejor.

Y sumó a sus postulados el derecho de los Estados a nacionalizar los monopolios imperialistas, rescatando así sus riquezas y recursos nacionales; de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo y de las naciones a su plena soberanía.

Otro derecho defendido por el pueblo cubano en aquella histórica jornada, fue el de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas y armar a sus obreros, a sus campesinos, a sus estudiantes, a sus intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados para que defendieran por sí mismos sus derechos y su destino.

Aquella gigantesca Asamblea del pueblo, postuló el deber de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de los negros, de los indios, de los jóvenes, de la mujer y de los ancianos, de luchar por sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales, así como también de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación.

Proclamó, además, el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que éstos se encuentren y las distancias geográficas que los separen.

Los cubanos, como respuesta a la declaración de San José de Costa Rica, que declaraba a Cuba no compatible con el sistema democrático de este continente y la conminaba a plegarse a los dictámenes del gobierno norteamericano, no sólo condenamos ese documento dictado por los Estados Unidos, sino también que denunciamos las intervenciones yanquis contra los pueblos de México, Nicaragua, Haití, Santo Domingo, Cuba y otros, escudándose en su superioridad militar, los Tratados desiguales y la sumisión de gobiernos traidores a sus pueblos. Así, frente al panamericanismo hipócrita en aras del dominio imperial, Cuba proclamó el latinoamericanismo liberador y solidario.

Uno de los más cínicos argumentos del gobierno de los Estados Unidos, compartidos por la OEA, para condenar a Cuba, era el peligro que representaban para este continente las relaciones de nuestro país con los gobiernos de la Unión Soviética y China. Cuba no sólo no cedió un ápice en sus principios, sino que fortaleció la amistad con ambos países y, en el caso de  la República Popular China, reconoció a ese gobierno como único representante legal del pueblo chino, quedando de esa forma establecidas las relaciones que cada día son más fuertes.

Durante los días posteriores a la proclamación de la Declaración de La Habana, el pueblo, en sus respetivos territorios, en masivas concentraciones,  apoyó su contenido y luego firmó el documento de forma individual. En la entonces provincia de Oriente – actuales provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín, Granma y Las Tunas- un millón de personas participaron en las concentraciones.

La Asamblea General del Pueblo de Cuba, del 2 de septiembre de 1960, fue una genuina demostración de democracia que rompió esquemas tradicionales. Sobre ese tema, plantearía el Comandante en Jefe Fidel Castro que la democracia no puede consistir solo en el ejercicio de un voto electoral, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir su propio destino.

Este 2 de septiembre del 2019, se cumplen 59 años de la Primera Declaración de La Habana. Las agresiones contra Cuba, provenientes del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí, aunque con otro ropaje, siguen su absurda  carrera. Nuestro país, sin embargo, con su sacrificio, su sudor y su sangre, ha hecho valer los principios proclamados aquel día. El aislamiento fracasó, el intento de doblegarnos por el temor, falló; el intento de vencernos por la fuerza, por hambre y enfermedades, fracasó. Cuba, en esa ocasión, prometió a los pueblos que no les fallaría, y no les ha fallado.

En ese mismo septiembre, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó, en nombre de todos los cubanos, que nuestro país tenía un recurso: resistir cuando la ONU y la OEA no garantizaran nuestros derechos. Hemos resistido, hemos vencido y seguiremos venciendo.

Los principios de hace más de  seis décadas, proclamados por nuestro pueblo, mantienen no solo su validez histórica, sino también su plena vigencia para los tiempos presentes. Y para los que están por venir.

Santiago de Cuba, 505 años. Rolando Castillo Montoya: Santiago está en toda Cuba y toda Cuba está en Santiago

 .Orlando Guevara Núñez

Los temas históricos sobre Santiago de Cuba fueron una constante en el quehacer del periodista  santiaguero Rolando Castillo Montoya, ya  fallecido. Las páginas del periódico Sierra Maestra  recogen su fecunda obra, sobre todo  en crónicas, reportajes, artículos y entrevistas.

En ocasión de otorgársele a esta ciudad el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo, escribió la crónica: Santiago de Cuba, Un estilo peculiar  de ser ciudad. He aquí algunos fragmentos.

“Ahí está vetusta, erguida, contemplando confiada, pero alerta, el vaivén de las olas bravías del Mar Caribe, que baña sus costas. Es Santiago de Cuba, Ciudad Héroe de la República de Cuba porque así lo quiso la historia y su gente en el transcurrir del tiempo y sus cambios”.

“Derivada de su acontecer y su geografía, la verdadera imagen de Santiago está formada por tres elementos fundamentales que impresionan al visitante por sus peculiaridades: la forma, el clima y la gente”.

“Todo cubano que vive fuera de Santiago tiene una aspiración: conocer a Santiago. Todo turista o forastero que llega a Cuba, desea una cosa: conocer a Santiago. ¿Por qué? Se dice que Santiago es en nuestra patria la ciudad de la  historia, es como  decir que Santiago está en toda Cuba y toda Cuba está en Santiago”.

 “Y es, además, que Santiago tiene un estilo peculiar en su manera de ser

(39) Rolando Castillo Montoya. Santiaguero. Periodista del diario  Sierra Maestra. Fallecido.

ciudad que le ha ganado para la historia los calificativos de “rebelde ayer, hospitalaria hoy y heroica siempre”.  El hecho de que sus calles y parques hayan sido campos de batalla y sus hogares cuna de héroes y mártires, hace que el visitante sienta en la ciudad el palpitar de la historia y que cuando se enfrenta  a su complejo perfil arquitectónico, sienta el abrazo del pasado y del presente, y (…)  En todo el país siempre Santiago de Cuba fue la ciudad más abatida por la adversidad. (…) En ese medio hostil el santiaguero aprendió no solo a defenderse, sino también a vivir. Y lejos de convertirse en un ser triste, agresivo, desconfiado y taciturno, el santiaguero es fraternal, alegre, bailador, romántico, y sobre todo muy hospitalario, tanto que hace al visitante sentirse como en su propia casa; porque el santiaguero está presto siempre a ser guía y anfitrión amable del extraño, al que le brinda su hogar y su mesa”.

“De esta manera compensa su temperamento rebelde, agresivo e intransigente a la hora de responder a la ofensa o a la traición. Son valientes hasta el heroísmo en la defensa de la Patria, donde han demostrado que primero que santiagueros son cubanos y se sienten orgullosos de que a sus pies tiemble la tierra sin temblar ellos.  Y así es Santiago, punto de convergencia de mitos y leyendas, de historia y realidades, de tradiciones y rupturas; es la ciudad más grande, poblada e importante de la zona oriental del país, que fue donde con mayor fuerza y  cohesión se juntaron los grupos humanos que intervinieron en la formación de la nacionalidad cubana " (…)

 

domingo, 30 de agosto de 2020

Al poder se sube casi siempre de rodillas. Los que suben de pie son los que tienen derecho natural a él


.Orlando Guevara Núñez

 


En esta ocasión está hablando Martí de las rivalidades electorales en Estados Unidos. Fue en un artículo publicado en el diario  argentino La Nación, el 19 de junio de 1888.  

Valiosa lección, con fuerza de presencia en el mundo de hoy, donde muchos gobiernos llegan al poder arrodillados ante intereses mezquinos, incluso  aupados por potencias extranjeras. La Revolución cubana tiene derecho al poder, porque a él subió de pie. Y de pie se ha mantenido siempre.

 

Santiago de Cuba, 505 años. Mario Romaguera Garrido: Detrás de cada destello de héroe, la presencia de la mujer

 


.Orlando Guevara Núñez

Santiaguero de raíz, Mario Romaguera Garrido, periodista del diario Sierra Maestra- ya fallecido-  se cuenta entre los profesionales de la prensa que más crónicas escribió sobre su ciudad. He aquí algunos fragmentos de una de éstas, escrita en 1983, dedicada a las mujeres santiagueras.

“¡Venturosa la ciudad de Santiago de Cuba, que ha contado, cuenta y contará con estas formidables mujeres! (…) Siempre detrás de cada destello de héroes, está  la presencia de la mujer santiaguera”.

“Como también están presentes esas compañeras anónimas que trasladaron las armas en sus anchas blusas y faldas; que no lloraron a sus esposos, hijos o compañeros, sino que los reemplazaron en sus puestos de combate. Esas que desafiaron la ira de los asesinos y en combativas manifestaciones callejeras gritaron a los esbirros: ¡Asesinos!

¿Cuál combatiente clandestino no tuvo que acudir a la decidida y valiente colaboración de las mujeres para llevar a cabo una exitosa acción o sencillamente para eludir la feroz persecución de los cuerpos represivos?

Ellas, las que velan por nosotros y dan esa belleza tan innata a la ciudad, son las herederas de aquella que expresó: ¡Fuera de aquí, no aguanto lágrimas”; o de aquella que años después entregó  a la Revolución ,el cadáver de su hijo, porque “ Ya no me pertenece, es de ustedes, es de la Revolución…”

sábado, 29 de agosto de 2020

Santiago de Cuba, 505 años. Luis Clergé: La virtud de esta ciudad

.Orlando Guevara Núñez

 Luis Clergé, otro de los combatientes santiagueros en la clandestinidad, se refiere a Santiago de Cuba durante la lucha contra la tiranía batistiana.Testimonio recogido en el Libro José Tey Saint-Blancard, su última cita de honor, de Yolanda Portuondo López.

Hay una cosa importante que ya marca para siempre la característica de la lucha en Cuba. Cuando Fidel está analizando las actividades de apoyo al futuro desembarco del Granma, en realidad donde existían las condiciones más favorables para producir  la acción de mayor importancia era en Santiago de Cuba.

“Esto es así porque desde muy temprano Frank – y ahí desempeña un papel muy importante Pepito- había vertebrado una organización revolucionaria en toda la provincia de Oriente, principalmente en Santiago de Cuba, lo que dio por resultado que al arribo del Granma en esta zona, hubiera una organización revolucionaria  aguerrida, con cierta experiencia, con bastante preparación.

“Digo todo esto teniendo en cuenta los momentos en que estamos situados y comparándolos con otras regiones del país. Es decir, en Santiago de Cuba existían las mejores  posibilidades por cuestiones coyunturales y es también donde se había logrado conseguir mayor cantidad de armas, porque no hay que perder de vista que siempre el problema del armamento fue un factor adverso, deficitario, a lo largo de toda la lucha.

“Todo esto explica el porqué en Santiago de Cuba se había desarrollado un movimiento amplio, bastante intenso, para preparar las condiciones de una acción en grande como la que se produjo el 30 de noviembre(…)

“Esa es la virtud de Santiago de Cuba: el aporte genial de Frank y de Pepito al ingresar a Movimiento 26 de Julio (M-26-7), ya con una organización bien definida. Eso es un aspecto muy importante, y que no siempre se ha valorado en su totalidad.

“En otros lugares hubo que empezar desde cero, es decir, convertir la simpatía en organización. Aquí en Santiago no hubo que organizar nada, solo cambiar de nombre, pues se entró con una organización ya hecha que se fortaleció, ganó en experiencia y creció en número con el tiempo, con la misma práctica revolucionaria(…)