.Orlando
Guevara Núñez
Josué,
Floro y Salvador. Tres jóvenes santiagueros. Tres revolucionarios. Tres
combatientes. Tres mártires de la Revolución, caídos el 30 de junio de 1957 en
Santiago de Cuba, luchando contra la tiranía batistiana. Su corta edad bastó
para escalar la condición de héroes de la patria.
¿Quiénes
eran? ¿De dónde procedían?
Josué País García era el hermano menor de Frank. Nació
en Santiago de Cuba, el 28 de diciembre de 1937. Al morir contaba con sólo 19
años de edad. De conocida procedencia humilde, sus inquietudes revolucionarias
lo habían integrado a la lucha estudiantil en el Instituto santiaguero. Formó
parte del Bloque Estudiantil Martiano. Sus aspiraciones de estudiar ingeniería
en la Universidad,
quedaron truncas ante los requerimientos de su actividad revolucionaria.
Junto
a los jóvenes que se rebelaron contra el golpe militar que el 10 de marzo de
1952 llevó al sanguinario Batista al poder, estaba Josué. Se suma de lleno a la
lucha revolucionaria junto a Frank, Pepito Tey y otros destacados
revolucionarios. El asalto al Cuartel Moncada, incentiva en el joven su ideal
libertario. Es perseguido y detenido varias veces por los esbirros lo que,
lejos de amedrentarlo, lo enardece. Ingresa al Movimiento Revolucionario 26 de
Julio y figura entre los combatientes del 30 de noviembre de 1956.
Su
muerte conmovió en lo más profundo a su hermano Frank, quien refiriéndose al
trágico acontecimiento le escribe a Fidel: “Aquí perdimos tres compañeros más,
sorprendidos cuando iban a realizar un trabajo delicado y que prefirieron morir
peleando antes de dejarse detener, entre ellos el más pequeño que me ha dejado
un vacío en el pecho y un dolor muy mío en el alma”.
Floromiro Bistel Somodevilla nació en Santiago de Cuba, el 18 de mayo de 1934. No
había cumplido los 23 años de edad cuando ofrendó su vida a la libertad de la Patria.
No
tuvo oportunidad de continuar estudiando después de alcanzar el sexto grado,
pues la necesidad lo obligó a trabajar desde muy joven para contribuir al
sustento de su humilde hogar. Laboró como chofer en una fábrica de galletas en
su ciudad natal.
Se
integró al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y sus principales actividades
las desarrolló en un grupo de acción,
junto a Josué País y Salvador Pascual.
Participó
en el Levantamiento Armado del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba y
fue detenido el 2 de diciembre de ese
año, permaneciendo en prisión hasta mayo de 1957, ocasión en que se reintegra a
la lucha hasta su caída heroica pocos días después.
Salvador Pascual Salcedo
tenía 23 años al caer
en combate, el 30 de junio de 1957. Había nacido en Santiago de Cuba, el 8 de
abril de 1934, en el seno de una humilde familia. Estudió Derecho
Administrativo en la
Universidad de La
Habana, trabajando luego en las tiendas de ropas Luxor y La Francia, de la ciudad
santiaguera.
Con
sólo 18 años de edad, ya estaba vinculado a la lucha revolucionaria y bajo las
órdenes de Pepito Tey cumplió diversas y riesgosas misiones clandestinas. Por
estar cumpliendo una de ellas, en el antiguo central Río Cauto (hoy José
Nemesio Figueredo, en la provincia de Granma) no participó en las acciones del
30 de noviembre de 1956, en Santiago de Cuba.
Al
caer en combate su jefe, Pepito Tey, el joven revolucionario continúa
cumpliendo misiones junto a Frank País, hasta su muerte heroica.
La
muerte de los tres revolucionarios santiagueros, causó una profunda impresión
entre el pueblo de Santiago de Cuba y de
los combatientes guerrilleros de la Sierra Maestra. Así, el 21 de julio de
1957, el Ejército Rebelde escribe a Frank País una carta de condolencia, la
cual no llegó a las manos del jefe clandestino, por su también heroica muerte
el día 30 de ese mismo mes.
En
esa emotiva carta, un párrafo lo leemos hoy con impresionante fuerza de
presencia. “Si el destino nos lo
permite, juntos iremos un día a su tumba para decirle a él y a toda esa legión
de Niños Héroes, que hemos cumplido con la primera parte de esta lucha y que
con la misma entereza y espíritu de sacrificio nos disponemos a culminar la
obra de nuestra generación, teniéndolos a ellos como fiscales supremos de
nuestros actos futuros”
Y
para ti, hermano querido, - expresa la
propia misiva- nada tenemos que añadirte, porque también es nuestro el
dolor del joven águila caído.
Hoy el compromiso de culminar la obra de Josué, de Floro y de Salvador,
la asume un pueblo entero que los continuará considerando, eternamente,
fiscales supremos de nuestros actos presentes y futuros. Y el joven águila caído continúa elevando su vuelo
para, junto a los Niños Héroes inmolados aquel 30 de junio y en otras fechas,
continuar su ascenso hacia el sitial más alto de la Patria