martes, 27 de febrero de 2018

Entre la palabra y la acción de la Revolución triunfante no hubo diferencias



.Orlando Guevara Núñez

El pueblo cubano, que respaldó la insurrección armada contra la tiranía de Fulgencio Batista, comenzó a recibir numerosos beneficios desde los días iniciales del triunfo de enero de 1959. Por eso ese respaldo fue creciendo no por lo que se le decía, sino por lo que veía, pues entre las palabras y los hechos no existía ninguna diferencia.
Una de las primeras medidas fue la nacionalización de la mal llamada Compañía de Teléfonos. Nombre mal puesto, pues era uno de los jugosos monopolios norteamericanos en nuestro país.
Entró en vigor una ley que rebajaba el 50 por ciento los alquileres de la vivienda, que pagaban miles de cubanos, y se erradicó el embargo de las moradas. Fueron también rebajados los precios de los medicamentos, a los cuales muchos enfermos no tenían acceso. La medicina dejó de ser una mercancía, tan costosa como necesaria.
Una medida de gran alcance para la población fue la declaración de uso público de las playas, hasta ese momento privadas y de disfrute exclusivo de las clases pudientes, sin acceso para pobres y negros.
Fueron rebajadas las tarifas eléctricas y del gas, medida que benefició a la población, principalmente a la más desposeída.
Y en el mismo año 1959, se dictó una de las leyes más justicieras y sin similar aún en América Latina: la Reforma Agraria, que erradicó el latifundio, entregó la propiedad de la tierra a quienes la trabajaban y sacó de la miseria y el abandono a cientos de miles de familias del campo que vivían en condiciones de explotación y abandono.
Cada medida revolucionaria iba deslindando los campos, situando de un lado al pueblo beneficiado y del otro a los antiguos explotadores expropiados, quienes no tardaron en acudir hacia Estados Unidos, donde encontrarían abrigo y ayuda para un pretendido regreso que todavía están esperando,
La oportunidad brindada por  el “Aquí tienes” expresado por Fidel, fue bien aprovechada por el pueblo para afianzar la libertad ganada en 1959 y continuar engrandeciendo y defendiendo su felicidad.

Raúl Castro y Juan Almeida, el fulgor de sus estrellas





.Orlando Guevara Núñez


Este 27 de febrero de 2018 se cumplen 60 años del ascenso al grado de Comandante del Ejército Rebelde de dos jóvenes capitanes guerrilleros cubanos: Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque.
Raúl, Almeida y Fidel, en la Sierra Maestra
Ambos habían participado al asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba. Juntos cumplieron prisión en la entonces Isla de Pinos- hoy Isla de la Juventud, hasta el 15 de mayo de 1955, cuando la presión popular determinó la amnistía de los combatientes revolucionarios encabezados por su jefe, Fidel Castro Ruz.
Raúl y Almeida, marcharon hacia el exilio en México y allí se prepararon para su regreso al combate en Cuba, lo cual hicieron el 2 de diciembre de 1956, como expedicionarios del yate Granma.
Entre la veintena de expedicionarios que el 18 de diciembre de 1956, luego del revés de Alegría de Pío, 13 días antes, se encontraban Raúl y Almeida.
Juntos habían participado en el combate de La Plata, primera acción victoriosa de la guerrilla, el 17 de enero de 1957, a solo mes y medio de su llegada a tierra cubana para reiniciar la lucha armada contra la tiranía batistiana.
Juntos estuvieron también en el combate de El Uvero, el 28 de mayo de ese mismo año, calificado por el Che como el que marcó la mayoría de edad de la guerrilla.
Los dos comenzaron a forjarse como brillantes combatientes en la Sierra Maestra. Fueron esos méritos los que avalaron su ascenso al grado de Comandante del Ejército Rebelde, ganado hasta ese momento solo por Ernesto Che Guevara.
Junto a su ascenso, Raúl y Almeida recibieron una importante misión del máximo jefe revolucionario, Fidel Castro, la de comandar dos nuevas columnas guerrilleras. Con esta encomienda, salieron ambos, el 1ro. de marzo de 1958, desde Pata de la Mesa, comandancia del Che. Raúl al mando de la Columna 6, Frank País, integrada por 67 combatientes, y Juan Almeida, al frente de la Columna 3 Santiago de Cuba, con 55 hombres y dos mujeres, con escenario de operaciones al sur de la propia Sierra Maestra.
Cumpliendo la orden de Fidel, Almeida llegaría el 6  de marzo a Puerto Arturo, donde quedó fundado el Tercer Frente Oriental Dr, Mario Muñoz Monroy, mientras que Raúl llegaría el día 11 a la localidad de Piloto del Medio, territorio de la Sierra Cristal, fundando así el Segundo Frente Oriental Frank País.
Ambas fuerzas guerrilleras desempeñaron un papel decisivo en el combate armado contra la tiranía batistiana, hasta la victoria final del 1ro. de enero de 1959.

Las estrellas insurrectas ganadas aquel 27 de febrero de 1958 por Raúl Castro y Juan Almeida, siguen formando parte de la constelación radiante e inextinguible de la Revolución cubana, trascendiendo nuestras fronteras para irradiar su fulgor en la historia de nuestra  sufrida América y más allá.

lunes, 26 de febrero de 2018

Los cambios que provocaron el odio yanqui hacia Cuba




.Orlando Guevara Núñez
El odio de los gobiernos yanquis contra Cuba tiene sus raíces en los cambios hechos por la Revolución desde el mismo día del triunfo revolucionario del  1ro. de enero de 1959. Ningún país en este continente ha hecho cambios tan profundos, en tan poco tiempo, para beneficio de su pueblo.
Ya el 16 de octubre de 1953, ante el tribunal que lo juzgaba por los hechos del 26 de julio de ese año- el ataque a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, Fidel Castro, luego de definir su concepto sobre  pueblo, había expresado¡ Ése es el pueblo, cuyos caminos de angustias están empedrados desengaños y falsas promesas, no le íbamos a decir:“Te vamos a dar”, sino: “¡Aquí tienes, lucha ahora con toda tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad!” 
Y el pueblo no tuvo que esperar para ver los cambios profundos y ser protagonista de éstos. Lo primero, como premisa, fue destruir desde sus cimientos el aparato estatal burgués que decidía los destinos de la nación cubana. De inmediato fue la liquidación del ejército y la policía que habían sostenido a la tiranía, lugar ocupado por el Ejército Rebelde y la Policía Nacional Revolucionaria, fieles defensores del pueblo. Para nada servían al pueblo las instituciones armadas y asesoradas por el gobierno de los Estados Unidos que habían sido vencidas luego de dos años de cruenta guerra popular
Los partidos políticos que habían estado al servicio de la tiranía quedaron disueltos. Otros, dejaron de existir al marcharse del país sus cabecillas, quienes fueron a buscar el apoyo del imperio yanqui, con la esperanza de derrocar a la Revolución y recuperar los privilegios perdidos.
Las direcciones del poder estatal, en todos los niveles, fueron extinguidas, creándose las autoridades revolucionarias, encargadas de asumir el proceso de cambios necesarios para que el pueblo construyera su propio destino.
Una medida inmediata fue la desaparición de los órganos represivos de la tiranía, entre éstos el Buró de Represión Anti Comunista, bandas paramilitares y la Policía Secreta, entrenadas para matar, torturar y perseguir a los opositores a Batista.
Fue necesario- y se hizo sin vacilación,  el inmediato saneamiento de todo el aparato judicial, la eliminación de los Tribunales de Urgencia, surgidos para reprimir  a los adversarios, dando paso  a los Tribunales Revolucionarios, los que aplicaron con todo rigor y justicia las sanciones a los esbirros, criminales y torturadores que no tuvieron tiempo para refugiarse en la segura guarida de los Estados Unidos.
Fueron confiscados los bienes que habían sido malversados a la nación y los creados, con el respaldo de la tiranía sobre la base del robo y otros negocios ilegales.
Así, se creaban las condiciones iniciales para que el pueblo cubano, como lo había anunciado Fidel, pudiera comenzar la lucha para hacer suyas la libertad y la felicidad.
Pero esos cambios no eran del agrado del imperio norteamericano. Los ladrones, esbirros, asesinos, políticos corruptos y explotadores desplazados del poder en Cuba, llegaron en bandadas a ese país, donde fueron recibidos como héroes y comenzaron a recibir todo el apoyo, que llega hasta hoy, para revertir los cambios profundos que no han dejado de tener lugar desde que triunfó la Revolución.
Otros de esos cambios, serán abordados en próximos espacios

viernes, 23 de febrero de 2018

Juan Taquechel López: raíz fecunda de las glorias presentes






.Orlando Guevara Núñez
Nuestro Héroe Nacional, José, Martí, afirmó queDe amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas. Con esa verdad, convertida en convicción, los santiagueros debemos recordar, en el aniversario 110 de su natalicio, a Juan Taquechel López.
Y es que Santiago de Cuba ganó su condición de Héroe de la República de Cuba, no por sus casas, edificios, calles, sus parques u otros  lugares que identifican a la ciudad. Los héroes han sido sus hijos, sus hombres y mujeres, los forjadores de su historia.
Juan Taquechel López nació en esta ciudad, el 23 de febrero de 1908,  en humilde cuna. Un día le escuché decir que había venido al mundo con dos desgracias: ser  pobre y negro en una sociedad capitalista. Y a ellas se sumaron en su juventud otros dos motivos para ser despreciado y perseguido por los gobiernos capitalistas: ser rebelde y comunista.
De la enseñanza primaria, solo guardó un recuerdo: el de sus lágrimas al no poder pasar del cuarto grado, porque su padre no podía pagar ese derecho tan humano, inalcanzable en el capitalismo  para  tantos humanos sin derechos. Pero se graduó en la universidad de la vida.
La edad de 14 años los encontró ya trabajando. Aprendiz y operario en un taller de fundición; operador de equipo de impresión, vendedor ambulante, comprador de botellas, carretillero, cocedor y estibador. En la lucha por la supervivencia fue peón, tractorista, camionero, operador de planta de asfalto, bracero. En muchas de esas labores dejó su sudor en los puertos de Santiago de Cuba, Boquerón, Manzanillo, y otros centros de Holguín, Palma Soriano, Las Tunas, Cauto Cristo, la Carretera Central…
Pero ese duro bregar, siempre con míseros salarios, forjó en el joven Taquechel la conciencia de que el capitalismo era un sistema brutal que era necesario erradicar, como única opción para dignificar la vida de los trabajadores y de toda la sociedad.
De rebelde ascendió a revolucionario. De revolucionario ascendió a comunista. A los 24 años, militó en las filas del Partido de los comunistas cubanos, con la misión concreta de trabajar en el movimiento sindical. Bajo la tiranía de Gerardo Machado, fundó el Comité Gestor del Gremio de Braceros y Peones de Almacenes en el Puerto de Santiago de Cuba, enfrentándose a los sindicalistas reformistas que le hacían el juego a los explotadores. Aquí fue secretario general de la primera célula comunista.
Fue fundador del Sindicato de Mineros de El Cobre y tuvo protagonismo en la organización sindical de los obreros de la industria y la agricultura  cañeras.
Organizó huelgas, exigió derechos, arriesgó su vida para defender la de los demás. En ocho ocasiones sufrió prisión y vejámenes que, lejos de menguar, fortalecieron su voluntad y su convicción sobre la victoria futura.
Al frente en los combates obreros y comunistas en Santiago de Cuba. El 1ro. de agosto de 1933, durante una manifestación obrera y estudiantil contra el imperialismo y el embajador yanqui, y por las demandas de los desocupados, recogió en sus brazos a América Lavadí Arce, joven comunista asesinada ese día por la represión policial.
En 1937 es fundador de la  Federación General de Trabajadores de Oriente,  de la cual fue Secretario General. Un escalón hacia la constitución de la Confederación de Trabajadores de Cuba, en 1939, que lo tuvo también como creador.
Su prestigio lo condujo a ser Representante del Parlamento por la provincia oriental, desde donde, en nombre de los socialistas, defendió los intereses de los obreros y de la sociedad frente a la burguesía. Compañero  de lucha de Jesús Menéndez y de Lázaro Peña.
A partir del golpe de estado del 10 de marzo de 1952, por su actividad y filiación política, Juan Taquechel tuvo que sumirse en la clandestinidad, sin dejar nunca de combatir. Para preservar su vida, el Partido Socialista Popular decidió llevarlo a trabajar a su Dirección Nacional, en La Habana, donde permaneció hasta el triunfo de la Revolución, cuando regresó a Santiago de Cuba, reincorporándose a la labor sindical. Asumió responsabilidades en el movimiento obrero como organizador y Secretario General en Oriente.
Su larga historia después del triunfo revolucionario  no cabe en un artículo periodístico. Siempre trabajando, siempre combatiendo, siempre con la honestidad y la austeridad como estandarte. Laboró durante varios años en el Comité Provincial del Partido. Delegado a los dos primeros congresos del Partido, e invitado a los dos siguientes.
Desde 1975 trabajó como sustituto jefe en Construcciones Militares en Santiago de Cuba, donde permaneció hasta su desaparición física, ocurrida el 2 de junio de 2002, a los 94 años de edad. Ese día, al luto y el dolor del pueblo santiaguero, en las honras fúnebres  efectuadas en la sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular, se sumaron ofrendas florales dedicadas por Fidel, Raúl, Almeida, Vilma y otros dirigentes de la Revolución.
En ese mismo recinto, Juan Taquechel López, junto a la destacada revolucionaria santiaguera Gloria Cuadras de la Cruz, había tenido el honor de develar la estrella de Ciudad Héroe y la Orden Antonio Maceo, entregadas por el Consejo de Estado, por mediación de Fidel, a Santiago de Cuba, el 1ro. de enero de 1984.
Por estas razones, Juan Taquechel está entre los hombres que no deben ser nunca sepultados en el olvido. Falleció siendo Héroe del Trabajo de la República de Cuba. Pertenece a la legión de héroes que deben recordarse, más que por el dolor de su muerte, por la obra de su vida. Su  más de una veintena de condecoraciones laborales, militares y políticas avala su limpia trayectoria.
Aún recordamos  un histórico día, el 1ro. de Mayo de 1959. Ese día habló al pueblo de Santiago de Cuba el Guerrillero Heroico, Comandante Ernesto Che Guevara. También habló Juan Taquechel López, quien nos legó un mensaje con fuerza de presencia: 
“Aquí estamos reunidos con los trabajadores, los campesinos y estudiantes, significando esto que marcharemos unidos en futuras luchas. Hemos marchado por las calles con el Ejército Rebelde y las compañías armadas, en un acto de unidad. La Revolución es un golpe profundo que ha tocado a los grandes intereses y contra esos intereses hay que estar alertas”.
A él, en el aniversario 110 de su natalicio, es de justicia decirle:
Juan Taquechel López: Los santiagueros seguimos marchando unidos y  siempre alertas frente a los enemigos. Y seguiremos construyendo y defendiendo la Revolución que fue el sentido de tu vida.