domingo, 31 de julio de 2016

En el entierro de Frank País, un hecho poco conocido



.Orlando Guevara Núñez

Es sabido que Frank País García, máximo jefe de la lucha clandestina en Cuba, fue asesinado el 30 de julio de 1957 y su sepelio constituyó, al día siguiente, una gigantesca manifestación de duelo en Santiago de Cuba, su ciudad natal.
Pero hay un hecho poco conocido. Ese 31 de julio, el cadáver de Frank País no fue sepultado. Esa tarde, en el cementerio Santa Ifigenia, los combatientes clandestinos que acudieron al sepelio, tuvieron que enfrentar a algunos agentes de la dictadura infiltrados. Hubo disparos y fue izada la bandera del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en el cementerio. El ejército del tirano no se había atrevido a intervenir en la manifestación de duelo, atemorizado ante la ira popular.
Para evitar que los esbirros batistianos tuvieran oportunidad de llegar al lugar, con peligro para la vida de los revolucionarios, se decidió aplazar el enterramiento para el día siguiente. El cadáver fue guardado en la sala de autopsias, donde permaneció hasta la mañana del 1ro. de agosto.
Esa mañana sólo acudieron a darle sepultura –como fue previsto- un grupo de familiares y amigos, entre ellos la madre del héroe, Doña Rosario García, y la novia, América Domitro. Igual procedimiento se realizó con el cadáver de Raúl Pujol, caído junto al héroe de la lucha clandestina.
Otro hecho es que el cadáver de Frank no fue sepultado en el panteón familiar, pues justamente un mes antes había sido depositado en éste el de su hermano Josué. Se utilizó otra bóveda, hasta que un tiempo después sus restos fueron  trasladados para reposar  junto a los de sus familiares en el recinto actual. Existe constancia gráfica del momento en que el féretro con el cadáver de Frank está siendo depositado en la bóveda.
Allí, en esa sencilla morada, descansan eternamente el Reverendo Agustín País, pastor de la Iglesia Bautista, padre; Doña Rosario García, madre, y los hermanos Frank y Josué País García.
Escoltado siempre por las banderas cubana y del 26 de Julio, este sitio es lugar de perenne homenaje del pueblo santiaguero y de toda Cuba

sábado, 30 de julio de 2016

Frank País, como Maceo, símbolo de nuestros héroes y mártires




.Orlando Guevara Núñez

Estoy de regreso del cementerio Santa Ifigenia. Hasta allí llegaron decenas de miles de santiagueros que, desde el céntrico Parque Céspedes, peregrinaron, a pie, como lo hizo el pueblo de esta heroica ciudad el 31 de julio de 1957, acompañando los restos del héroe de la lucha clandestina, Frank País García, asesinado el día antes por esbirros de la dictadura batistiana.
Todos los años se repite este homenaje. En Cuba, el 30 de julio se resume el homenaje de todos los días a los mártires de la Revolución durante la última etapa de lucha por la libertad de la nación cubana.
En la peregrinación, codo con codo, compañeros de lucha de Frank; hombres y mujeres del pueblo, muchos desafiando sus limitaciones de salud; jóvenes que no habían  nacido cuando la sangre del joven revolucionario- no había cumplido 23 años- fue vertida en El Callejón del Muro.
Muchos rostros serios, como si el recuerdo le impidiera el paso a una sonrisa. Vi a una anciana con paso lento, pero ininterrumpido, sujetando fuerte, al lado izquierdo de su pecho, un ejemplar del libro Frank País, entre el sol y la montaña, donde están plasmadas por su autor, el general William Gálvez, la dimensión, la vida, el pensamiento y la muerte del hombre que al caer era el máximo jefe del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en el llano.
Fue, como siempre, un homenaje de pueblo, al que ni siquiera hay que convocar para esta peregrinación. La amenaza de lluvia no impidió la masividad; veces hay en que la marcha ha salido bajo torrenciales aguaceros.
Hoy se rinde homenaje también a Raúl Pujol, quien prefirió morir junto a Frank antes que abandonarlo. Y a René Ramos Latour (Comandante Daniel) quien sustituyera a Frank en su cargo y cayera exactamente un año después, con los grados de Comandante, en la Sierra Maestra.
La historia a veces tiene fechas que, por casualidad ¿o por continuidad? juntan en un día  hechos trascendentes, íntimamente relacionados.
En esta ciudad de Santiago de Cuba nació el Lugarteniente General del Ejército Libertador Cubano, Antonio Maceo Grajales, caído en combate el 7 de diciembre de 1896, frente al ejército colonial español. Esa fecha resume en Cuba el homenaje a todos los caídos en las luchas independentistas del siglo XIX cubano por la independencia patria.
Frank País nació también en Santiago de Cuba, a poca distancia de la casa natal del General Antonio. Y vino al mundo el  7 de diciembre de 1934, es decir, exactamente 38 años después de la caída de Maceo. Es como si hubiese nacido para continuar la obra maceísta. Hoy hubo peregrinación; el homenaje sigue todos los días.

Cuatro grandes amores en la vida de Frank País



                                       

                
.Orlando Guevara Núñez

El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Tal definición fue hecha por el Che, quien agregó que es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad.
Frank País García cayó asesinado en Santiago de Cuba cuando aún no había cumplido los 23 años de edad. Era el máximo jefe de la lucha clandestina y con su audacia y capacidad organizativa representaba  un puntal de la guerra revolucionaria en el llano. Pero a esa virtud, Frank unía otra: la de amar con intensidad muchas cosas que formaban parte de su vida y de su lucha.
A veces, su grandeza como combatiente, la dimensión de su figura y su sitial entre los más venerados héroes de la Patria, nos inclinan a hablar sobre él sólo en el plano de lo épico. Pero Frank fue mucho más que un gladiador. En su corta edad, se había desarrollado como revolucionario, sin faltarle la cualidad señalada por el Guerrillero Heroico.
                                      ¡Cómo quería a su mamá!
La exclamación fue de Doña Rosario, su progenitora. “El procuraba siempre que su mamá no se sintiera mal. Cuando yo estaba triste o enferma, por la mañana, bien tempranito, levantaba a los muchachos y prendía la candela”. Y distribuía  los quehaceres domésticos: Josué, la limpieza; Agustín, los mandados.
Un día de las madres no tenía nada que poder regalarle a su mamá. Con sus hermanos, siguió unas carretillas cargadas de carbón, de las que algunos se escapaban y quedaban en el suelo. Los recogieron y se los llevaron a Doña Rosario como el más sentido regalo.
“No está bien que yo, que soy su madre, lo diga, pero era una joya (…) Cada día de las madres a las 5 de la mañana, entraba a mi cuarto, seguido de sus hermanos. Me despertaban con una canción. Me regalaban flores. Luego se quedaban conmigo hasta el amanecer. Me hacían chistes y cuentos. Más tarde, ni aún en lo más crudo de la lucha dejaba de enviarme Frank, el Día de las Madres, un ramo de flores”.
 “Frank me daba medicinas cuando me enfermaba y hacía guardia al lado de mi cama”.
                                        Hermano, ¡Hermano mío!
 Frank sentía un amor profundo por su hermano Josué. Un cariño transformado en devoción. Lo llamaba “mi niño”.
“Acaba de decírmelo… Josué”.  Así le dijo Frank a Léster Rodríguez, cuando éste le comunicó que habían salido algunos carros a la calle y se reportaban algunos muertos. Lo había presentido.
En carta a Fidel, fechada el 5 de julio de 1957, le expresa (…)  “Aquí perdimos tres compañeros más, sorprendidos cuando iban a realizar un trabajo delicado y que prefirieron morir peleando antes que dejarse detener, entre ellos el más pequeño que me ha dejado un vacío en el pecho y un dolor muy mío en el alma…”
La caída de su hermano lo angustia. Y de ese dolor brotan los versos llenos de ternura y de amor.   Cuánto te quise, cómo lloré / tus penas y tus tristezas / cuánto siento el no haber sido / tu compañero de siempre / no haberte brindado mi vida.  Cuánto sufro el no haber sido /  el que cayera a tu lado /  hermano, ¡hermano mío! /  qué solo me dejas / rumiando mis penas sordas, / llorando tu eterna ausencia…
Sólo un mes más tarde, Frank País García  se uniría a su hermano en el sitial de los mártires de la Revolución.
                                   Para  mi no hay nada más que ella
El amor a la Patria llena todos los sentimientos del joven. En carta dirigida a una muchacha que había sido su novia, está explícito este amor y su disposición de entregarlo todo por él.
“ Soy distinto, sí, tienes una rival que me ha robado el alma por entero, que  me absorbe en cuerpo y alma, que me hace circular la sangre más rápido al pensar en ella, que he sentido angustias y alegrías con ella. Que he llorado, y abundantemente, como un chiquillo, por sus tristezas. He sufrido ya tanto por ella que me siento suyo, ha tomado mi vida de una manera que no soñé  nunca entregar más que a Dios. Soy suyo y ella es mía porque la quiero, la amo profundamente, de corazón.
“La conoces - continuaba diciendo en su carta - aunque la has mirado muchas veces sin comprenderla bien. Tiene la falda de listas azules y blancas, el corpiño rojo y sobre su cabeza un gorro frigio con una estrella blanca. ¿Comprendes esto?
“He olvidado todo. Tú, yo, los demás. Para mi no hay nada más que ella. No me interesa ya nada de nada, sólo ella. Me siento como poseído. En mis venas arde un solo deseo, servirla. Me vejan, me dejan solo, sufro, pero ya no me importa, ¡Qué me va a importar si la tengo a ella!”
Y fue éste, el amor de Frank País a su Patria, un amor correspondido, que sigue creciendo con el tiempo y echando raíces profundas que lo sustenta
                                    Y se les ve caer uno a uno…
  Frank amó entrañablemente a sus compañeros de lucha. Sufrió por ellos. Para él  “compartir el peligro, la fugaz victoria y el riesgo de la vida y el cariño de los demás, siembra en el alma un cariño mucho más grande que el del hermano, más profundo y recio que el de un padre, tan abnegado y noble como el de una madre”.
Su agonía se multiplica ante la pérdida de cada compañero.  “Y se les ve caer uno a uno.  Y se siente morir en cada caída y aprende a quererse más al que queda.  Y se le ve caer también.  Y  al otro y al otro…”.
Sus vivencias son terribles.  “Yo quería a Carlitos y lo he perdido,   yo quería a Carvajal y lo he perdido, yo quería a José Tey y lo he perdido, yo quería a Tony Alomá y lo he perdido, yo quería a Otto Parellada, a Orejón Forment, a Ñico López, a Cándido González, a Saavedra, a Raúl Suárez, a Mario Lamelas, a Joel Jordán, a Guillermo Domínguez y tantos más (…) y a todos los he perdido, sintiendo con cada uno de ellos como si me arrancaran algo de mi vida”.
Tanto laceraba al joven jefe clandestino la caída de cada compañero, que llegaría a escribir: “A veces pienso si sería mejor morir y ser eternamente joven y cesar el sufrir y no vivir sintiendo la muerte de cada hermano que cae (…)”
Así era Frank, el muchacho maestro, que tocaba piano, regalaba flores,  escribía y recitaba versos, capaz de las cosas más sublimes y de las decisiones más drásticas cuando de los principios y la disciplina se trataba. Así lo recordamos hoy. Eternamente joven, enamorado de la vida. Poseído por un profundo amor a  su familia, a sus compañeros y a la Patria por la cual ofrendó su vida.

viernes, 29 de julio de 2016

.Entrevista con el general de brigada ® Demetrio Montseny Villa –ya fallecido- con motivo del aniversario 40 de la caída de Frank País. Hoy, en homenaje a ambos combatientes, la ofrecemos a nuestros lectores. Montseny Villa fue durante la guerra, jefe de la Columna 20 Gustavo Fraga, del Segundo Frente Oriental Frank País.

Frank  País,  nacido  para
cumplir la misión de Fidel
                     



 .Orlando Guevara Núñez

Sobre los últimos momentos de vida del héroe de la lucha clandestina, Frank País García, muchos han escrito o testimoniado, incluso el propio Montseny Villa. Pero en este 40 aniversario  del holocausto del Callejón del Muro, me propuse que él rememorara algunos pasajes de aquel día, cuando Santiago de Cuba se estremeció con la noticia del vil asesinato y convirtió el dolor en fuerza de pueblo frente a la tiranía batistiana.
El cuestionario es breve y Villa accede a contestarlo.
¿Cuál  fue su primer contacto con Frank País y cómo quedó ligado a la lucha junto a él?
Tenía referencia de Frank por Pepito Tey, ambos militábamos en el MNR (Movimiento Nacional Revolucionario) al que Frank también perteneció, pero lo conozco a finales de 1955, cuando va a Guantánamo y participa en una reunión que él preside y se crea la dirección del M-26-7 de la que posteriormente se me designa jefe de Acción y Sabotaje; estas responsabilidad me liga mucho a él, pues este frente Frank lo dirigía personalmente.
¿Cuál misión lo condujo el 30 de julio del 57 al encuentro con Frank?
En Guantánamo habíamos logrado organizar con los obreros y funcionarios cubanos que trabajaban dentro de la Base Naval norteamericana el M-26-7 con mucha efectividad para adquirir armas, parque y otras cuestiones de importancia, sobornando con dinero a norteamericanos y oficiales de la Marina, gestión en la que ya habíamos tenido éxito varias veces. Por entonces me llega la información de una operación para adquirir 20 000 tiros calibre 3006 y la posibilidad de adquirir algunos fusiles, pero las finanzas que teníamos no alcanzaban para hacerle frente y decido ver a Frank para pedirle apoyo en dinero. Esa es la razón de nuestro encuentro el 30 de julio de 1957.
Usted fue el último revolucionario que compartió con Frank el rigor de la lucha clandestina y el último que lo vio con vida. ¿Cuáles son sus recuerdos e impresiones sobre aquellos momentos?
Después de conversar sobre el tema que me llevó a verlo, del que se mostró muy alegre expresando ¡Yo sabía que ustedes no me iban fallar, siempre llegan en el momento oportuno!, me pidió que no solo hiciera esfuerzos en adquirir parque, sino también urgentemente fusiles, me mostró una carta de Alejandro (Fidel) sobre la situación de los proyectiles en que se encontraban los fusiles de la Sierra; en ese momento le dio instrucciones al compañero de la dirección del Movimiento que me acompañaba sobre la situación del dinero, hablamos de otros temas, pero el central fue su seguridad y por qué  había escogido la casa de Pujol, que conocíamos estaba super quemada; me argumentó que ya había muchos compañeros refugiados en distintas casas de la ciudad y no había muchas opciones para refugiarse; pasamos  en la conversación al problema de la Sierra y que había que redoblar los esfuerzos para ayudar con todo lo que se pudiera a la Sierra.
Producto del murmullo en la calle, Armonía –cuñada de Pujol- se asoma a una ventana y comunica que se trata de un registro en el barrio. Frank no se inmuta, su actitud influye en nosotros, solo comenta: “Parece que el fatal soy yo, estábamos junto con Navarrete, nos separamos y ya tengo a la policía aquí”. Sus palabras son serenas y parecen indiferentes; aprovecho para proponerle ¿Por qué no te vas conmigo en la máquina? No quiso y me argumenta que en otras ocasiones se ha ido sin dificultad. En ese momento llega Raúl Pujol, ya consciente de lo que está pasando.
Frank, con absoluta tranquilidad, llama por teléfono, según lo que escucho habla con Vilma, oigo algo de lo que hablan pero sin comprenderlo, pues no conozco el tema; cuelga y lo ataco de nuevo, con la participación de Raúl, para que se vaya conmigo, pero se niega rotundamente; ordena a Pujol volver a la ferretería, a lo que éste se niega y pronuncia una frase que nunca se me ha olvidado:” El Movimiento me ha responsabilizado con tenerte aquí y si algo ocurre muero contigo”.  Y Pujol cumplió aquel compromiso con la Revolución.
Frank le da instrucciones a Pujol de despedirnos en la salida como si fueran familiares y que el próximo domingo iríamos a la finca a comernos un lechoncito.
Vuelvo a insistir, ya estábamos tensos por su negativa y responde, ya contagiado por la tensión también: “No, es más fácil que me vaya a pie, hagan lo que les digo, váyanse – concluye Frank- aquí me quedo yo, cumplan la orden que les estoy dando”. Es tan terminante que marcho hacia la puerta junto a Pujol, al salir y ver la proximidad del operativo, insisto con Pujol para que Frank me acompañe, a lo que me responde: “Vete tranquilo que mi vida responde por la de él” y con dominio de sí va hasta la esquina a solicitar a un guardia rural el permiso de salida para sus amigos. ¡Qué se vayan!, exclama el guardia con el fusil en la mano; con el carro vamos a girar a la izquierda, pero un policía ordena hacerlo a la derecha, en sentido contrario al tránsito. Increíblemente logramos escapar; veinte minutos más tarde, en la casa de la doctora que usábamos como contacto, escucho por la radio que en un tiroteo con la policía había caído Frank.
¿Qué sintió y pensó al conocer la muerte de Frank?
Lo que sentí fueron deseos de vengar su caída igual que muchos compañeros en Santiago, que se movilizaron de inmediato con ese fin.
Hubiera sido una carnicería si las células del M-26-7 salen a la calle; el régimen estaba esperando eso precisamente, pero la inteligencia pudo más que la venganza, ya lo he dicho otras veces. Vilma llamó por teléfono y orientó no salir a realizar acciones a la calle, enterrar a Frank vestido de verde olivo y hacer de su entierro una poderosa manifestación de repudio al régimen.
Reflexioné y pensé que Frank no quiso irse con nosotros para que su presencia no hiciera más sospechosa nuestra salida y que pudiera frustrarse el cumplimiento de la tarea que me había encomendado; para Frank las tareas de ayuda a Fidel en la Sierra eran de prioridad absoluta.
Hace unos días escuché de usted la afirmación de que era necesario estudiar más la personalidad de Frank como organizador y hombre de acción. ¿Cómo aprecia en él esos rasgos?
Este tema sobre Frank es muy rico y reflejar en pocas líneas su pensamiento, su acción y el trabajo que realizó en tan corto tiempo no es fácil, pero puedo decirte que él fue como el nacido para cumplir la misión que Fidel tenía que darle a alguien y lo encontró en Frank. Cuando estudiamos sus circulares para la dirección del Movimiento y sus informes a Fidel, se puede apreciar sin equívoco que para él la autoridad de Fidel nunca estuvo en discusión. Después de su viaje a México, cuando se conocen, la impresión fue recíproca porque si en Frank existió siempre un marcado respeto, una fidelidad intachable y una admiración declarada por Fidel, Fidel depositó una confianza absoluta en aquel joven serio, maduro y decidido a quien conoció pocas semanas antes de la salida del Granma.
¿Cómo mediría la dimensión del héroe, su fuerza de presencia?
Es cierto, Frank es un héroe. Fíjate que cuando hablo de él expreso su caída, porque los héroes en nuestro proceso histórico no mueren y la fuerza de su ejemplo está en nuestra juventud vigorosa que defiende nuestra Revolución, y también en el pueblo de Santiago, que lo verás  el 30 de este mes presente en la manifestación de victoria más grande de todos los años en el 40 aniversario de su presencia en el corazón de todos los cubanos.
¿Ha pensado alguna vez en escribir su testimonio sobre la lucha clandestina y particularmente sobre Frank?
Ahora, después de muchos años, estoy haciendo apuntes de las vivencias que he tenido en el proceso revolucionario, nunca es tarde, Raúl nos ha fustigado seriamente al señalar que fuimos capaces de hacer la historia y no hemos sido capaces de escribirla. Tenemos ese compromiso que cumplir.